En la primera página de “Mi libro póstumo”, que como todos los libros póstumos se publicará cuando me haya muerto, aparecerá este breve escrito que conocen algunos de mis amigos y creo apropiado repetirlo en esta fecha.
“Me llamo Carlos Moncada Ochoa. Nací en Ciudad Obregón, Sonora, a las 13 horas del 23 de junio de 1934. Fui el séptimo y último parto de mi mamá, a quien asistió un doctor japonés. Este médico, al ver que había salido yo al mundo sin emitir el menor sonido, me levantó agarrándome con una mano los dos pies, la cabeza hacia abajo, y me asestó una nalgada tremenda. Solté un chillido que, según contarían después, cimbró la casa de la calle Veracruz, donde vivíamos.
“En otras condiciones le habría mentado,,, no sé qué cosas al médico para desquitarme, pero yo no hablaba japonés, es más, me faltaba mucho para aprender a hablar. Y a los pocos segundos mi llanto se calmó de repente, y me sentí a gusto, dichoso. Me había puesto en otras manos, unas manos cálidas y sedosas, y oía que alguien cantaba despacito, bonito.
“No podía ver. Sólo percibía una luz. ¿Era el sl? Parpadeaba yo con rapidez para que se aclarara la imagen, y de pronto, ¡la vi! Solté por la boca unos ruidos guturales con los que intenté decir: “¡Gracias, diosito, te aventaste! ;me has dado la mamá más bonita del mundo!”.
Mil felicidades para todas las madres
GRAN LOGRO PARA LOS MINEROS DE CANANEA
Hay que felicitar al dirigente cetemista Javier Villarreal, y desde luego, a los mineros de Cananea que son los beneficiarios de una larga lucha de su líder. En lo sucesivo, tendrán cada año reparto de utilidades que hasta ahora acumulaba la empresa como si no conociera lo que manda al respecto la Constitución.
Por laudo que ha quedado firme, se ordena a la empresa que entregue a los trabajadores el diez por ciento de las utilidades, que hasta hoy se calculan en más de medio millón de pesos para cada uno.
No será necesario discutir y firmar convenio cada año. La disposición quedará vigente mientras no haya motivo legal para modificarla, y si alguna vez la modifican, que sea para aumentar el porcentaje.
Esto se llama valorar en lo justo el trabajo, y debería servir de ejemplo no sólo para otros dirigentes de organismos sindicales, sino también para los funcionarios de los tres niveles de gobierno. Un promotor cultural me acaba de contar lo que me parece
increíble: que el Ayuntamiento de Hermosillo cobra tributo por las actividades culturales. ¡Su deber es fomentar la cultura, no limitarla!. ¿Andan otros presidentes municipales por igual rumbo equivocado?
carlosomoncada@gmail.com