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Antes de entrar a la parte medular de este tema, me gustaría compartir con ustedes (ustedes, mis lectores), un par de notas curiosas sobre gobernadores de Sonora enamorados del Arte. Uno fue el doctor Fernando Aguilar, nacido a mitad del Siglo XIX. No fue gobernador por elección sino interino, pero en tres ocasiones, aparte de diputado local. Fue un excelente pianista, intérprete de los compositores clásicos y dio muchos conciertos gratuitos.
El gobernador Ramón Corral fue hombre de Letras. Dejó libros que constituyen provechosas aportaciones a la historia. Y no andaba errado al marcharse a Europa, caído el porfiriato, para pasar en el centro de la cultura mundial sus últimos años. Lástima que enfermó y disfrutó poco su estancia allá.
Más cerca de nuestro tiempo, pero aún alejadito, tuvimos a don Adolfo de la Huerta, que fue diputado local, gobernador del Estado (éste sí por elección) y presidente de la República provisional.. Desde joven, cuando vivía en Guaymas, su tierra, organizó un grupo de artistas que ofrecían funciones de teatro. Él era estupendo tenor, y cuando el oleaje de la política lo obligó a un largo destierro, en 1923, se mantuvo en los Estados Unidos como profesor de canto.
Algo ha de haber sabido de cultura el general Abelardo L. Rodríguez, que comenzó a gobernarnos en 1943, para haber apoyado todas las iniciativas de doña Enriqueta de Parodi, especialmente el Concurso del Libro Sonorense que sobrevive aunque con una estructura moderna. El licenciado Horacio Sobarzo, que sustituyó en abril de 1948 al general, cuando éste se retiró con licencia, fue también un ejemplo de hombre culto. Su “Vocabulario sonorense” es un clásico reconocido.
Creo que el gobernador más culto que hemos tenido, y además un gran impulsor de las actividades culturales, fue Luis Encinas (1961-1967). Puso en juego esas características cuando fue rector de la Universidad de Sonora durante cinco años. Creó entonces la Librería Universitaria, tuvo la visión de apoyar con becas al poeta Abigael Bohórquez para que estudiara en México. Dio nueva vida a la revista “Universidad de Sonora”, a la que han dejado morir.
Como gobernador conservó la costumbre que se había impuesto cuando fue Rector: la de asistir a los conciertos de música, las funciones de teatro, los congresos y conferencias. En eso se reconoce al gobernador culto y que posee auténtico interés por la cultura: no se limita a dar órdenes desde su oficina, sino va a los eventos, los goza y los comenta al fin con la gente que lo saluda al marcharse. Luis Encinas fue el creador de la Orquesta Sinfónica del Noroeste que dirigió de 1963 a 1975 el maestro Luis Ximénez Caballero, un verdadero héroe del Arte.
Ximénez Caballero recorría con su orquesta Baja California, Sonora y Sinaloa (Nayarit un tiempo) dando conciertos todo el año. Viajaba por la carretera antes de que la hicieran de cuatro carriles. El gobernador Encinas puso especial empeño en la localización de los restos del padre Eusebio Francisco Kino y tuvo éxito. Nos trajo temporadas de teatro nacional, construyó el Auditorio Cívico del Estado, en donde se cantaron dos óperas producidas por el INBA: Madame Butterfly y La traviata.. Ordenó al genial Julián Martinez las estatuas ecuestres del capitán De Anza y de Kino con dos réplicas; regaló Sonora una a San Francisco California, y otra a Tucson. Mañana, en el segundo de esta serie, hablaré de la cultura en relación con otros gobernadores. No vayan a asustarse.
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