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Sábado 23 de Nov de 2024
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La pobreza franciscana de AMLO

Carlos MONCADA OCHOA
Viernes 29 de Julio de 2022
 

Cuando el Presidente se ve obligado a informar a la gente que la situación económica en nada se parece a estar en un lecho de rosas, AMLO le lleva una ventaja a los presidentes anteriores: que acomoda una ocurrencia, un chiste, para aliviarle a la gente la preocupación de ver cómo la leche, el huevo, el gas doméstico andan por las nubes.

Y el pueblo no entiende el lenguaje de los economistas burócratas. Al amanecer el día descubre que en el expendio de gasolina aparecen precios más altos que la víspera, pero le dicen que no hay aumento, pues lo que se hace es poner los nuevos números de acuerdo con el movimiento de precios del mercado internacional. Ah, bueno.

En el pasado decían los mandatarios que era necesario apretarse más el cinturón, lo que movía a los caricaturistas nacionales a publicar cartones en los que se veía al mexicano tan empeñado en apretarse el cinturón que prácticamente se partía el cuerpo en dos.

Ahora López Obrador reconoce tácitamente que no ha sido suficiente vivir en la austeridad, por lo que hay que pasar a “la pobreza franciscana”. La puntada es buena, aunque creo que no les parecerá divertida a los que se mueren de hambre, aunque queda el consuelo de que no se hayan enterado porque no tienen radio ni televisión en casa para ver las “mañaneras”.

Los millones de niños que leímos o escuchamos declamar el poema de Rubén Darío sobre el hermano -Francisco de Asís, que fue a la guarida del lobo y lo convenció de que se volviera bueno, y lo trajo al pueblo a vivir del bocado que le arrojaban, recordamos sin duda que la domesticación de la fiera no duró mucho; se dio cuenta de que los hipócritas, los pillos, los tramposos, los corruptos, seguían en las mismas, pese a los sermones del franciscano, sermones que me imagino eran mañaneros.

En fin, a ver qué sale de esta transición no económica sino literaria.

 

LA CHISMOSA LLUVIA

En días como éstos, entre todos sacamos a la luz las muchas virtudes de la lluvia. De entrada, hace bajar la agobiante temperatura. Enriquece el manto freático del que brota el milagro que apaga nuestra sed. Multiplica el verdor del campo para el ganado. Lava la atmósfera contaminada.

Nadie advierte el defecto penoso de la lluvia: es una chismosa. Forma arroyos en los barrios de la ciudad y en el mero centro de ellas, y corre con velocidad por las calles recién arregladas y saca sin piedad la tierra con que llenaron los baches y las piedritas mal pegadas por el chapopote casero. Y acusa a los que por ahorrar unos pesos (o por clavárselos) compran materiales sin calidad, llenan hoyancos a la carrera, hacen mal la chamba. En cuanto la lluvia cese saldrán a tapar hoyos para que se detenga el chisme… cuando menos mientras vuelve a llover.

carlosomoncada@gmail.com

 

 

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