Al terminar de disertar sobre su libro el periodista Rafael Cano, en la reunión que para el efecto se convocó en la sede del PRI, se abrió un periodo de preguntas, cosa difícil de cumplir en ésta u otras presentaciones similares, porque todavía no han leído el libro los presentes. Pero no fue desaprovechada la oportunidad por buen número de ellos, que de manera breve opinaron sobre qué debe hacerse para que el Institucional vuelva a las ligas mayores.
Predominó, entre tales opiniones, que el partido debe recuperar la credibilidad. No se dijo en qué consiste la credibilidad y qué habría que hacer para “recuperarla” porque la ocasión no se prestaba para ello, sólo para diagnósticos rápidos y personales.
Para mí, periodista observador del PRI durante muchos años, la palabra clave de ese punto de vista es el verbo “recuperar”: recuperar la credibilidad. Se da por asentado que hubo credibilidad y se perdió. Habría que averiguar cuándo comenzó a perderse y en qué aspectos de la vida pública, quiénes fallaron. Buscar respuestas sería materia de un gran foro de análisis, tal vez de alcances nacionales.
Y necesariamente habría que entrar a la siguiente fase desprendida de la anterior: cómo recuperar la credibilidad (o cómo crearla, si se llega a la conclusión de que no la ha habido). Y esto sería muy difícil porque los procesos políticos no se detienen y se correría el riesgo, al participar en ellos, de perder el terreno que se hubiera ganado.
Podríamos avanzar, no sólo el PRI sino todos los partidos y todos los ciudadanos, si comenzamos por reconocer que durante casi un siglo hemos vivido una etapa política monstruosa de la que han sido cómplices nuestros abuelos y nuestros padres, nosotros mismos, al aceptar que el presidente que se va designe a su sucesor como en una monarquía.
Pero no hay que ir tan lejos por ahora. No hay que asustar a quienes reconocen, con humildad e inteligencia, que debe recuperarse algo de lo perdido. Al contrario, hay que animarlos a que lo intenten.
¡LA ACROS TIENE CASA!
Hace tres décadas más un año se formó la Asociación de Cronistas Sonorenses con don Gilberto Escobosa Gámez de presidente. Se fueron agregando cronistas municipales y realizaron asambleas estatales y regionales. Me tocó asistir a las de Hermosillo, Cananea, Caborca, Guaymas, Bácum, Magdalena. El Centro o Instituto de Estudios Municipales los apoyó en la publicación de sus trabajos en folletos y libros. Lucharon juntos para hacer entender a presidentes municipales cabezones que el nombramiento de cronista es para toda la vida y que deberían dar viáticos para que asistieran los compañeros a los congresos.
Y mientras, cada uno de los directivos anduvo cargando con los documentos y papeles propios de sus cargos porque carecían de sede. ¡Pero ahora cuentan con ella! El Instituto Sonorense de Cultura les dio un espacio en la Casa de la Cultura. Ya tienen casa. ¡Felicidades presidenta Pamela Corella, felicidades a todos y cada uno de los miembros de ACROS!
Carlosomoncada@gmail.com