La lógica elemental obliga a aceptar que si la Ley 4 de la Universidad pasó de los 30 años en vigor es porque es una buena legislación, lo que no significa que no pueda y deba mejorarse. Esos treinta años, por otra parte, no los ha pasado la Ley 4 en tranquila paz; los sindicatos universitarios, sobre todo el de académicos, no han cejado uno solo en su lucha por modificarla abriendo brecha a tantos que sueñan en la Rectoría y otras posiciones importantes. Eso es el objetivo esencial que buscan, para qué andar con rodeos.
Hace unos días, un grupo de docentes hizo una manifestación en el campus con pancartas en las que se atacaba “la ley Beltrones”, como si apenas ayer hubiera sido aprobada. Y no faltó reportero que armara la trama de la novela: que acatan las autoridades universitarias las instrucciones de Beltrones.
¡Qué cosa más absurda! Manlio Fabio Beltrones ha de estar pendiente, como el político profesional que es, de los acontecimientos que se registran en el país, y de modo especial de los que acaecen en Sonora. Pero se mantiene en un plano de discreción al margen de los diferentes vendavales que sacuden a su partido. Y ni negar que quienes dirigen la Universidad no necesitan alianzas excepto con los funcionarios que necesariamente deben apoyar la educación superior.
Un columnista intentó revivir el cuento de que el grupo que detenta de la autoridad es el conocido como “los químicos”. Pero cuando entró en vigor la Ley el rector era un matemático, le siguió un licenciado en Derecho, luego tres químicos, y enseguida una doctora en Humanidades. Los químicos no han estado solos.
Es inútil construir fantasías que la realidad destruye en un dos por tres. Que la Ley 4 es la que más ha durado, es cierto. Pero hay que detectar con cuidado las partes que necesitan rehabilitación sin anular los aspectos positivos. Si tuviere el paciente infectado un pie podría darse el caso de que le amputaran la pierna, pero no de que le cercenen el cuerpo a la mitad.
ALDACO DE VUELTA EN CASA
Hoy terminará el Festival de la Palabra, conocido también como el “Encuentro de los que escriben con los que leen”, en el salón de usos múltiples del Departamento de Letras de la Unison.. La directora del Instituto Sonorense de Cultura, maestra Guadalupe Beatriz Aldaco, que ahí obtuvo la licenciatura, dio una plática sobre el libro del pintor Fernando Robles y la Poniatowska. Se basó en su participación en la presentación del libro en México.
La recibieron con cariño quienes la recuerdan como estudiante ejemplar, de las que no se conforman con sacar 100 de calificación, a veces le ponían 110. Su exposición fue elegante y clara, y la satisfacción de hallarse en su antigua escuela y rodeado de escritores, evidente. Digamos que Aldaco había vuelto a casa.
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