El destino puso en el camino de Rubén Díaz Vega, que acaba de fallecer, dos amigos que pudieron haberlo llevado, cuando menos, a gobernador de Sonora. Y también el destino, en jugadas impresionantes y amargas, se los quitó.
Formó parte del grupo de estudiantes que cursaron la carrera Derecho junto a Carlos Armando Biébrich, a quien tomaron como guía. Este pidió en 1967 al candidato Faustino Félix Serna, cuya confianza había ganado, que utilizara a Rubén como orador. Y el día que “don efes” inició su campaña, le encomendó el discurso de apertura a Díaz Vega en Rosario. Yo iba reporteando el recorrido y me sorprendió que el novato político, en lugar de hablar de créditos o de riego a los pequeños productores rurales, les hiciera el elogio del presidente Díaz Ordaz por quién sabe que éxito diplomático que había logrado en la Organización de Estados Americanos
Era hombre recto, laborioso, de fino trato. Fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia y presidente de ese Poder, y como diputado local le tocó la triste obligación de informar a sus compañeros legisladores que el gobernador Biébrich presentaría, en octubre de 1975, su renuncia. Organizó el Movimiento Cívico Sonorense para defender a su líder cuando huía de las órdenes de aprehensión, y se entregó al litigio y la docencia –maestro de los que cumplen a conciencia.
Y vino la segunda oportunidad del destino en la persona de Luis Donaldo Colosio, de quien fue amigo. Luis Donaldo le confió una importante tarea: reorganizar el priismo de Chihuahua para recuperar la gubernatura. No tomó Rubén posesión del cargo de delegado del partido Lo impidió el asesinato de Lomas Taurinas.
A fines de 2016, la gobernadora Pavlovich me nombró miembro de la Comisión encargada de la Conmemoración del Centenario de la Constitución Política del Estado de Sonora, igual que a otros, entre ellos, Díaz Vega. En la única sesión formal que se llevó al cabo, tomamos la iniciativa, el licenciado Bulmaro Pacheco, Rubén y yo, de analizar todo el articulado de la Carta Magna de Sonora y publicar el resultado, pues creímos que sería útil para legisladores, abogados y público en general. Para decirlo con brevedad, el presidente de la Comisión “no nos peló”.
El licenciado Rubén Díaz Vega fue un sonorense que por su rectitud ejemplar, su lealtad a los amigos, sus principios, el celo en cumplir con eficacia sus deberes de maestro y abogado, contribuyó al avance de Sonora. Provenía de una familia pobre. No me extrañaría que Luis Donaldo Colosio hubiera pensado en él al acuñar su frase: “provengo de la cultura del esfuerzo”.
¿QUÉ? ¿LES DA MIEDO LA CULTURA?
“Un desierto para la danza” está a dos días de terminar, y no he visto en el Teatro de la Ciudad siquiera una de estas noches a funcionarios del Ayuntamiento (Hermosillo) o del gobierno del Estado, o a un político. Y eso que no cobran la entrada. Personalmente conozco a pocos pero los reconocería porque se dan importancia y porque se quedarían con la boca abierta ante el bello espectáculo.
Asistan, señores y señoras. El Arte no muerde. Finjan que les interesa. Cuando menos lo piensen el interés fingido se hará auténtico. Así como cambian de un partido a otro, salten de la ignorancia a la cultura.
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