Me parece muy poético que la gente que nos gobierna invoque con frecuencia la Paz, aunque tengo la impresión de que la mencionan con la esperanza de que se conmuevan los señores del crimen organizado y disminuyan las acciones de violencia que atizan en los principales municipios del Estado.
Opino que debemos considerar la Paz en un contexto universal. El presidente Putin, de Rusia, acaba de formular la advertencia de que si se acepta a Ukrania como país miembro del Tratado del Atlántico Norte podría estallar la III Guerra Mundial. Juega sus cartas con audacia. Supone que si logra inspirar, con su declaración, temor a los Estados Unidos, se abstendrá esta potencia de intervenir en favor de Ukrania.
El presidente de México hizo una propuesta a la ONU, desdeñada por el Consejo de Seguridad, para dialogar con miras a una solución negociada del conflicto. Fue un gesto encaminado a la Paz. Pero si no hubo resultados, de ninguna manera se justifica que podamos cruzarnos de brazos y esperar en la inmovilidad que ocurra un milagro.
No sé con precisión cómo podríamos ayudar al aseguramiento de la paz (no la paz policiaca sino la Paz auténtica, la Paz universal), pero debe haber forma de avanzar hacia ella aunque sea paso a paso. Tal vez es el momento para que actúen los líderes espirituales y nos digan qué hacer y cómo hacerlo. Si el deseo de Paz unifica a hombres y mujeres en un barrio, puede unificar a un pueblo, a una nación, a la mayor parte del mundo (Reflexión de alguien que se niega a aceptar la muerte de la esperanza)
¡ATENCIÓN A LA GRAMÁTICA, ISC!
Juan Casanova, director de la Casa de la Cultura de Hermosillo, subió a las Redes una nota relativa al cuadragésimo aniversario de ese centro, y en ella dice que la única institución que ofrecía clases entonces (se entiende que de disciplinas artísticas) era la Casa de la Asegurada pues la Universidad de Sonora no había comenzado a hacerlo. Eso es inexacto. Las Academias de la Uni (Arte Dramático, Danza, Artes Plásticas y Música) llevaban funcionando 30 años cuando nació la Casa, en 1980. Cualquier persona podía ingresar en ellas.
También cuenta, y éste es el motivo central de este comentario, que el gobernador Ocaña dijo, al inaugurar la Casa, que ésta tenía por objeto “el ENCAUSAMIENTO de la vida cultural”. Yo no creo que el doctor Ocaña haya dicho, y menos querido, tal cosa, pues ENCAUSAR es someter a alguien a proceso, a un delincuente por ejemplo. Supongo que dijo “ENCAUZAMIENTO de la vida cultural”, porque esa palabra indica fijar cauces o rumbos.
En cuanto a que la Casa PROMOCIONA la cultura, varias veces he indicado, pero con gusto lo repito, que PROMOCIONAR es un barbarismo; hay que decir y escribir PROMOVER. Si uno separa esta palabra en sus componentes: PRO-MOVER, queda clara su etimología. No sucede lo mismo con PRO-MOCIONAR, porque mocionar, aunque tenga terminación de verbo, no existe.
carlosomoncada@gmail.com