La postura del presidente López Obrador respecto del petróleo es que en lugar de vendérselo crudo a las grandes potencias, y que luego nos lo regresen convertido en gasolina, lubricantes, aceites y otros productos derivados, lo industrialicemos en refinerías propias y dejemos de importar gasolina. Eso se llama darle valor agregado a la materia prima.
De acuerdo con esa estrategia, si en Bacadéhuachi tenemos un gran yacimiento de litio que China y los Estados Unidos ambicionan para dominar el mercado mundial de la construcción y venta de millones de vehículos eléctricos movidos con baterías de litio, ¿por qué no conservamos el litio y nos ponemos a construir en México vehículos eléctricos y los vendemos a chinos y norteamericanos?
(Ya los estoy oyendo lectores: “este periodista ya ni la burla perdona”, murmuran).
Sin embargo, el litio no sólo se emplea en .los vehículos, también para fabricar baterías de laptops, relojes, celulares, vidrio, cerámica, caucho sintético, lentes, cámaras fotográficas, productos farmacéuticos, como antidepresivos, etcétera. El panorama industrial es amplísimo.
Pero no se encuentra aislado en la naturaleza y hay que aprender a explotarlo. ¿Hay científicos y trabajadores en México preparados para ello? Resulta que a dos años de haber comenzado la fiebre del litio, a partir de la información de que lo había en abundancia en Bacadéhuachi, no se han emprendido trabajos serios de explotación.
Nos gusta ser los mejores del mundo en lo que se pueda. Y es halagador oir que el yacimiento de Bacadéhuachi es el más grande del mundo. Pero cuantificar la riqueza de ese elemento no se lleva al cabo de la noche a la mañana. Lo cierto es que hablamos todavía en términos de aproximación. En resumen, como cualquiera otra nación tercermundista, nuestra opción más práctica es buscar compradores para nuestra materia prima, y al mismo tiempo estimular a los investigadores mexicanos para que abran caminos hacia el aprovechamiento de la riqueza que está aquí, aquí (La repetición no es un error; lea con cuidado).
Es bien sabido que la reforma energética promovida por Peña Nieto fue un fiasco y que se buscó favorecer a concesionarios extranjeros. Se hicieron a un lado los derechos a opinar de los mexicanos que viven cerca de las minas y de exigir que la explotación minera no contamine el ambiente ni monopolice el agua, entre otros. De ahí que urge revisar las normas jurídicas en la materia.
Y hay que revisar también la relación de la actividad minera con la seguridad nacional, tema que espero tocar en columna de la semana entrante.
Me ilusiona pensar que estos apuntes serán de utilidad para la gente que no tiene idea de las complicaciones que implica ser dueño de una riqueza ambicionada por tantos gobiernos que no se detienen en la intriga y la violencia con tal de alcanzar sus fines. Pero hay que aguardar las informaciones oficiales sobre la entrevista que debió celebrarse ayer entre el presidente AMLO y el representante del gobierno de los Estados Unidos, señor John Kerry.
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