Son numerosos los poetas y filósofos que han reflexionado en la actitud del mexicano ante la muerte en este Día de los Muertos, una actitud que alcanza hoy extremos que, sin ir muy lejos, nuestros .padres no imaginaron.
Todavía a fines del pasado siglo los reportajes de los medios describían como caso inusitado que las familias indígenas o de no muy alto nivel educativo dejaran sobre la tumba de sus parientes fallecidos bebidas y alimentos para que las almas subieran (ya que no hubiera testigos que se echaran a temblar) a alimentarse. Y los panteones eran recorridos por rezadoras expertas en pasar las cuentas del rosario. con la rapidez de su rezo (“Arca de la Alianza… Torre de David… Salud de los enfermos… Ruega por él”).
¿Qué cara pondrían nuestros abuelos si se hubieran asomado ayer a la parte frontal de la Universidad y hubieran visto a los jóvenes con los rostros maquillados de calaveras, varios montados en elevados zancos, celebrando el Día de Muertos con la más viva alegría?
(La Rectora apareció de pronto, sonriente, ofreciendo panecillos a las Catrinas, seguramente “pan de muerto”).
La lúgubre-alegre procesión avanzó hacia una calle lateral del edificio y se estacionó en un espacio que permitió a las jóvenes, hermosas estudiantes de Danza, derramar belleza y aptitudes ante la admiración de la multitud que las rodeaba. Fue un espectáculo de agilidad, armonía, fuerza y ritmo que hacía imposible pensar en la Muerte. Con razón se escuchó con nitidez la voz moderna de Rubén Darío: “¡Juventud, divino tesoro!”
(Y falta la fiesta del Instituto Municipal de Cultura, que hoy comienza).
EL MAL DEL ISSSTESon.
Se cumplió la primera predicción de los que hacen augurios políticos. Ya tiene el ISSSTESon un nuevo director general. Su arribo fue saludado por los medios con el deseo de que encuentre la fórmula para restaurar a la institución el aceptable funcionamiento que tuvo hasta que fue semidestruido por los peculados de Padrés.
Cuando se formula un diagnóstico correcto sobre el mal que aqueja al enfermo, no queda sino aplicar la medicina adecuada. La razón de los apuros del Instituto ya quedó dicha: el saqueo que llevó al cabo el ex gobernador. Su sucesora Claudia Pavlovich no pudo o no quiso expropiarle su riqueza al responsable para que pagara el daño, es decir, no aplicó la medicina prevista por la Ley.
No le dejan al recién llegado director general tan desordenada y miserable la casa como se la dejaron al licenciado Acuña Méndez, pero aún le falta, le falta. Veremos que maniobras financieras inventa, qué nuevos caminos abre para la administración. Ojalá que el medicaamento que reclama el mal no sea de los que no encuentra el derechohabiente recetado.
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