El doctor Alfonso Durazo es el único gobernador que no ha asistido al Festival de Álamos. Con su representación inauguró y clausuró el que acaba de terminar, el secretario de Gobierno Álvaro Bracamonte. Y es probable que tampoco éste haya asistido antes, pues en la ceremonia de clausura dijo que el Festival ha crecido. No creo que haya hecho trampa, aunque de los políticos cualquier cosa se puede esperar, pues al formular su afirmación comparó este Festival con el de los dos años de pandemia, no con la estructura que el FAOT ha tenido, desde 1993, es decir, con la inclusión de las subsedes Cajeme, Navojoa y Huatabampo.
En el sexenio del gobernador Eduardo Bours, el Festival llegó a 9 municipios, incluso Hermosillo, y en el de Claudia Pavlovich cayeron en el exceso, pues en 2019, antes de que se declara la pandemia, hubo funciones del FAOT en Álamos, Cajeme, Navojoa, Huatabampo, Guaymas, Hermosillo, Navojoa, Nacozari, Puerto Peñasco, Todos Santos (B. C. Sur) Ciudad de México y Tucson,, Arizona. Esto se debió a que vieron el festival como instrumento para promover el turismo y tal vez alentar la carrera política de Claudia. En fin, no se puede hablar de crecimiento hasta que se haya recuperado la estructura regional citada.
LAS RESEÑAS FALTANTES
Me faltaron dos reseñas en esta serie dedicada al FAOT porque se me atravesó el sábado. Las repondré brevemente.
El viernes 27 se entregó el reconocimiento al talento académico al maestro y amigo Horacio Otilio Lagarda, en una ceremonia algo fría. Como el instrumento predilecto de Horacio es el trombón, pudieron haberle pedido que preparara un pasaje de Handel o de Stravinsky o cualquier otro que tiene música para esa varilla corredera.
La cantata “Sueños” de Arturo Márquez tuvo un extraordinario éxito de público. El manejo de las percusiones causó honda impresión, igual que las posiciones políticas de corte populista leídas por su autora Lily Márquez, hija de Arturo. “No hay camino a la paz, la paz es el camino”, por ejemplo, que hizo recordar a Atahualpa Yupanqui: “Caminante, no hay camino, se hace el camino al andar”: De hecho, la Cantata consta de dos obras hermanas, pero no soy crítico de primera oída; necesitaría escuchar un par de veces más la obra para intentar una opinión. Por lo pronto aplaudo a la Filarmónica y al Coro de la Licenciatura en Música de la Uni, ambos bajo la dirección de Héctor Acosta, brillantísimo.
En la gala de cierre de Festival fue hermoso escuchar y ver a Lourdes Ambriz, hermosa como siempre, recibir la medalla Ortiz Tirado. No sé si alguien se acordó, yo sí, que ese día 28 la artista cumplía 19 años exactamente de haber cantado en el FAOT. Junto a la mezzo Verónica Alexanderson, de bella voz, se dieron vuelo con arias muy apreciadas por el público: tres de Mozart (la de “Cosí fan tutte” mi predilecta), la Barcarola de Offenbach, la Habanera de “Carmen”, el Dúo de las Flores”, de Delibes, que dos días antes habían hecho las Li-Ferrales. Y entre otras, para mi satisfacción personal, “O mio bambino caro”, de la graciosa ópera “Gianni Schicchi” En la segunda parte del programa, luego del Danzón Número 2 de Márquez, vinieron las canciones mexicanas, sobresaliendo varias de Álvaro Carrillo.
Quedan temas qué comentar. Buscaré la oportunidad de hacerlo.
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