Hay personas en nuestras vidas que nos marcan, nos dejan huella, definen nuestros rumbos. En mi caso, Heberto Castillo Martínez, a quien leí a partir de mis primeros diez años de vida en la contraportada de la revista de monitos “Los supermachos” de Eduardo del Río (Rius), a José Emilio Pacheco y Pablo González Casanova, de quienes, desde mis veinte años, fui lector rutinario, a José Emilio de su columna Inventario, en varios libros y poemas (uno de ellos, “alta traición”, musicalizado por Oscar Chávez, que me atreví frecuentemente a interpretar y escuchado con gestos sarcásticos de amigos cercanos), en el caso de Pablo González Casanova, leo y releo su libro La democracia en México y cada vez que lo hago no dejo de sorprenderme.
Los tres personajes, muy relacionados con la Universidad Nacional Autónoma de México, Heberto y Pablo fueron protagonistas importantes del histórico movimiento estudiantil de 1968. Heberto Castillo por ello, cinco años preso en Lecumberri, a quien por cierto en 1988, cuando fue candidato presidencial por el Partido Mexicano Socialista, tuve la oportunidad de acompañarlo en el sur de Sonora, antes de que declinara a la candidatura a favor de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Cualquier sociedad del mundo tiene personas de excepción que permiten el desarrollo comunitario en las áreas en que se desempeñan, así se logran avances tecnológicos, artísticos, culturales, económicos, políticos, que entrelazados además con una organización social democrática, sus resultados se potencian.
Gracias a las aportaciones de Heberto, José Emilio y Pablo, que influyeron en mis percepciones e interpretaciones de mi entorno, además de la participación de centenas de personajes con posiciones diversas y hasta antagónicas, que para evitar lamentables omisiones no menciono, todos ellos han permitido la histórica coyuntura que en México hoy vivimos.
Quienes definen el rumbo de los pueblos, no lo logran por habilidades discursivas, ni con inteligentes simulaciones, gente como Heberto, José Emilio y Pablo -quienes en 1997, 2014 y 2023, en ese orden, dejaron de estar físicamente con nosotros- nos heredaron un legado muy valioso. Principalmente porque sus obras están perfectamente blindadas por tres atributos cada vez más difíciles de hallar: Capacidad indiscutible, Honestidad en sentido amplio y Congruencia en su decir y hacer.