“Aquellos que tienen el privilegio de saber tienen la obligación de actuar”. Albert Einstein.
La frase de Einstein, les cae “como anillo al dedo”, a los que han gobernado y gobiernan al país, referente a los diferentes problemas socio-económicos que atraviesa nuestra Nación y la manera de cómo enfrentarlos: pobreza, salud, educación, economía, seguridad, etc., y lograr que su población “cohabite” en un ansiado y aspiracionista bienestar general, con armonía y paz social.
Nos referimos, en este escrito, sucintamente a los programas sociales en México, creados para atenuar la pobreza, mejorar la salud, la educación y otorgar ayuda económica para los más necesitados; objetivo de estos programas: Solidaridad, Progresa, Oportunidades, Prospera y (ahora) Bienestar; que tienen sus antecedentes en programas previos de los cuales se ha recuperado lo valioso de las experiencias obtenidas en anteriores gobiernos (anteriores a de Carlos Salina de Gortari 1988-1994); como los programas productivos y de bienestar, tales como: el Programa para el Desarrollo Rural Integral (PIDER) y la Comisión del Plan Nacional para la Atención de las Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (IMSS-COPLAMAR).
Los programas sociales, en los último 35 años (1988--2023), se han estructuraron para ayudar a un gran número de la población mexicana que vive en condiciones de pobreza en el campo y en las ciudades. Sus necesidades básicas (hasta la fecha) no están adecuadamente satisfechas, persisten las deficiencias en nutrición infantil, salud, educación, vivienda, medio ambiente, accesos a los servicios públicos y empleos productivos. Con esos antecedentes nacen estos “nuevos” programas: Solidaridad (Pronasol 1988), con Salinas de Gortari. (1)
En el gobierno de Ernesto Zedillo, se fueron agregado otros apoyos, con el programa de transferencias condicionadas, siendo un referente este programa que “sustituyo” a Solidaridad con el nombre de Progresa (Programa de Educación, Salud y alimentación, en 1997), que atendía únicamente a zonas rurales. Este programa representó una forma de política social que sirvió de ejemplo a varios países de América Latina y el mundo. (1,2,3)
El programa social Progresa, se transforma, en el 2002, en Oportunidades, donde se incluía el PAL (Programa de Apoyo Alimentario), con Vicente Fox, continuado por Calderón (desde el 2010, Oportunidades opera en conjunto con el PAL), y por Peña Nieto, dando cobertura a los 32 Estados del País y agregando otros apoyos, En el 2014 Peña Nieto lo transforma en Prospera, programa de inclusión social, como todos los anteriores. (Se anexan algunas referencias para ver la evolución de estos programas, con la misma finalidad social, y conocer su estructuración sexenal). (1, 2, 3).
Si bien es cierto, el Programa de Pensión para el Bienestar de las persona adultos mayores, lo inició el Presidente actual, AMLO, en el 2001 cuando era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. En el 2007 el gobierno federal de ese sexenio retomó el programa, para aplicarlo en todo el país, con algunas restricciones para pensionados y jubilados. Los adultos mayores recibían una pensión bimestral de 1 mil 160 pesos. El 2018 con el gobierno actual, los Programas cambian a Bienestar y el apoyo se otorga a personas mayores de 68 años al inicio y actualmente a los de 65 años y más. Aumentando el monto progresivamente, actualmente la cantidad a 4,800 pesos bimestrales, además de los otros apoyos ya incluidos desde el inicio de estos, que se han ido mejorando desde 1988 a la fecha.
Si bien es cierto (consultar fuentes), desde el inicio de estos programas, en especial desde el 2001, ha sido uno de los programas con la mayor cantidad de evaluaciones de impacto en distintos ámbitos. Se han incorporado en cada sexenio nuevas transferencias monetarias: como el apoyo energético, lo mismo que al apoyo de adultos mayores, al apoyo educativo (becarios de todos los niveles educativos), y alimentario. Los apoyos monetarios están sujetos a un aumento semestral realizado de acuerdo al Índice Nacional de Precios de la Canasta Básica, publicado por el Banco de México, y por el CONEVAL.(3) Esto está contemplado desde los inicios, en años anteriores, plasmados en los “manuales de procedimientos” de los programas. Lo que cambia son la circunstancias socio económicas de nuestro entorno y globalmente. Como bien lo mencionan las fuentes consultadas (sería extenso citar en esta columna cada una de ellas y hacer un imparcial análisis de ellos).
En los documentos de los programas se señala que es prioritario otorgar estos servicios a poblaciones vulnerables, para tratar de reducir la pobreza, aumentar la calidad de los servicios de salud, iniciando con programas de una buena alimentación desde el recién nacido y edades posteriores supervisadas por Instituciones de salud (que se hacen desde los inicios de estos programas –solidaridad, oportunidades y prospera), aunada a una adecuada educación, con énfasis en la niñez y juventud, para un bienestar actual y futuro.
En estos programas, que por diversos motivos no han logrado a plenitud los objetivos, existen opiniones a favor de la benevolencia de ellos, en la mayoría de sus objetivos pero también existen analíticas críticas en la que se han fundamentado estos programas y los errores, en cada uno de sus componentes. Autores de estas críticas, son sociólogos como: Julio Boltvinik, Araceli Damián y Máximo Jaramillo, por ejemplo, “[…] al legitimar las transferencias monetarias y que socialmente se aceptara que no es un error dar dinero a los pobres; sin embargo, enfatizan que el programa nació con errores de diseño difíciles de resolver pues, por una parte, la teoría de que mejorar el capital humano es un mecanismo de superación de la pobreza es ingenua y, por otra parte, para mejorar la focalización sería necesario liberar el presupuesto, centralizarse y recopilar anualmente información de todos los hogares del país para validar la selección de beneficiarios, por lo que proponen que se reemplacen las transferencias monetarias del POP (Progresa-Oportunidades-Prospera) por un ingreso ciudadano universal. (3). Por cierto, esto último (ingreso universal), para combatir o atenuar la pobreza, lo propuso en la elección para presidente en el 2018, un candidato de Acción Nacional.
Pero en fin, hay fallas, pero estos programas. SIN Cambiar de nombre, pueden ser perfectibles para lograr sus propósitos y no tomarlos como medio coercitivo electorero indignante. En el próximo sexenio, a partir del 2024 ¿qué nombre se le ocurrirá, a quién sea presidente? “SoProOpoProsBien”. No jodan, mejor hagan Odas, y perfeccionen los programas sociales y cuídense de los manos largas sexenales. Que los hubo y los hay, los hay.
raulhcampag@hotamil.com
@RaulHectorCamp1
Fuentes:
1.- Rojas-Gutiérrez, Carlos. El Programa Nacional de Solidaridad: hechos e ideas en torno a un esfuerzo. http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/258/5/RCE5.pdf
2.- Política social y combate a la pobreza en México: Análisis de la Cartilla Social. Gest. polít. pública vol.29 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2020 Epub 30-Abr-2021. https://doi.org/10.29265/gypp.v29i2.777 3.-El Progresa-Oportunidades-Prospera, a 20 años de su creación. https://www.coneval.org.mx/Evaluacion/IEP SM/Documents/Libro_POP_20.pdf