“Dédalos, Artes Escénicas”, grupo sonorense de la nueva horneada, se presentó en Un Desierto para la Danza por primera vez, y lo hizo en grande. Ofreció una coreografía inteligible y bella. El adjetivo inteligible es un elogio que no se obtiene con frecuencia, hay coreógrafos que se enredan y enredan al espectador en el afán de comunicar mensajes filosóficos. El público se sintió identificado con los sentimientos amorosos que gozan o padecen los personajes en escena porque ¿quién no los ha vivido? Coqueteos, celos, despedidas…, y todo expresado con arte excepcional.
Entre otros aciertos, destaco la presencia de Stretto en escena, que añadió a esos sentimientos el lenguaje musical, lo mismo hacía el mago que manejaba la iluminación (Gerardo Audiffred) al mover y variar la luz sobre el nopal escenográfico. Sería mi imaginación pero sentí que las luces eran el eco de la historia que estos jóvenes bailarines narraban.
Tuvimos un rato de desconcierto. Pasada la mitad de la función hubo un receso no anunciado y reinaron la oscuridad y el silencio absolutos. No podía ser que hubieran terminado tan bruscamente pero la muy prolongada pausa hizo pensar que así era y con alguna timidez algunas personas aplaudieron. Pero, faltaba coronar el trabajo.
Aparte de Zuleima Burruel, coordinadora, de hermosa figura, dominadora del espacio, no tengo los nombres de los demás bailarines y todos merecen una mención especial. Mis viejas piernas ya no están para andar correteando a quienes deberían estar al pendiente de la prensa con la información en la mano.
Agradezco a la coordinadora de Danza del ISC, Magda Pesqueira, que me haya mencionado en el discurso de inauguración. En realidad, ya andaba trepado en las nubes, pues antes de entrar en la sala, una linda muchacha se acercó a saludarme y me dijo: “Gracias a usted estamos celebrando estos treinta años”.
Yo me quedé esperando que en la ceremonia mencionaran también a dos grandes ausentes: Adriana Castaños y Beatriz Juvera, que al iniciarse Un Desierto para la Danza eran directoras de los grupos Espiral y Antares.
Sólo me falta decir que, en mi opinión, la coreografía de los Dédalos quedaría perfecta con un corte moderado, está muy larga. Y el corte no sería difícil porque hay algunas escenas repetidas.
En fin, sigamos atentos al festival que no existe para los directores de periódico tontos. Les recomiendo al grupo de Bélgica el miércoles y la actuación de Antonio Salinas el jueves, que es el Día Internacional de la Danza. Salinas es viejo conocido en el ambiente dancístico local. Recuerdo una de sus coreografías en el primer festival de este Siglo, pero tengo la impresión de que volvió en otra ocasión.
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