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Lo primero que pensé fue que se trataba de un error de los organizadores, que habían hecho mal en escoger una sala tan lejos del centro para la presentación del libro de Marcelo Ebrard a la que era tan difícil llegar. Había un brutal embotellamiento. Se avanzaba en cámara no lenta sino lentísima, y mi compañero y yo nos preguntábamos si era día de fiesta nacional, si había fallecido un agrotitán del desierto o por qué diablos no avanzábamos hasta la sala en cuestión.
Luego de media hora de forcejar con centenares de automóviles, comenzamos a comprender la razón: No podíamos llegar a la presentación del libro “El camino de México” porque todo el mundo iba para allá.
Iban, inclusiva, cuatro camiones, no, iban cinco o seis camiones repletos de hombres, mujeres, adolescentes a quienes no podíamos llamar acarreados, porque ya no los hay, se suben por su voluntad al camión y los llevan al acto político pero no los acarrean, Esa práctica está en desuso.
El caso es que el camión que más o menos arribaba casi a su destino, descargaba a sus pasajeros para que completaran la ruta a pie.
Mi amigo y yo reflexionamos: si hemos empleado media hora avanzar medio kilómetros, ¿cuánto tiempo necesitaremos para salir y volver a nuestras casas? ¡Y todo para saber cuál es El Camino de México! ¿Qué tal si nos devolvemos al mundo más o menos tranquilo? Aprobado por dos votos contra cero.
Les faltó imaginación a los organizadores. Hubieran contratado a diez muchachas jóvenes y bonitas para que salieran al encuentro de los centenares de autos con ejemplares del libro en una bolsa grande, y qe lo ofrecieran en venta a los que nos abríamos paso penosamente los que deseábamos conocerlo. Con toda seguridad, lo habíamos comprado a cualquier precio con tal de evitar la obligación de asistir a la presentación oficial..
Nuestras mujeres se extrañarían de vernos regresar tan pronto y nos preguntarían cómo es, cómo habla el señor Ebrard, candidato a Presidente de la República, y le habríamos contestado: “No sé cómo es ni cómo habla porque no pude llegar al sitio de la cita, pero aquí traigo su libro “El camino de México”.
Supongo que es un libro lleno de sabiduría política, de orientaciones sociales, de reflexiones profundas que si así, sin conocerlo, ya nos da una enseñanza, ¿cuánto más nos dará si llegamos a tenerlo en nuestras manos y a leerlo con detenimiento?
Porque la experiencia de ayer nos enseñó que “El camino de México” no debe ser tan pesado y difícil como el camino que hay que cubrir para llegar al sitio en que nos esperaba el candidato, en el que nos esperó y no llegamos,.
carlosomoncada@gmail.com
