Una de las plausibles normas electorales aprobada en el sexenio de Claudia Pavlovich es la que permite la reelección de presidentes municipales y diputados locales, con ciertos límites y condiciones. Nunca me ha quedado claro si la reelección constituye un premio para quienes han desempeñado bien el puesto o si es una oportunidad para que, como los niños flojos que han sido reprobados en la escuela, repitan para que aprendan.
Le preguntaron los reporteros hace un día al señor Antonio Astiazarán, presidente municipal de Hermosillo, si el año próximo intentará reelegirse, y dijo algo que no fue respuesta afirmativa ni negativa, sino la forma de no comprometerse por ahora.
El señor Toño, como todo político que se respete, desea ser gobernador del Estado, aunque le falta construir una plataforma firme, por ejemplo, una diputación federal o una senaduría. Pero no creo que pudiera vencer a los morenistas que aspiran a esos cargos apoyado en los partiditos que lo montaron en la silla mayor del Ayuntamiento: el PRI, el PAN y el PRD.
Y por otra parte, me parece recordar que para buscar la reelección es requisito que lo postule el mismo partido o la misma coalición que lo postuló hace tres años. Ganó entonces con el argumento de que su antecesora había sido pésima alcaldesa. No sería posible que en 2024 utilizara el mismo argumento. que el que se va (él mismo) ha sido pésimo alcalde.
Es un caso interesante pero difícil. Por algo no supo qué contestar a la pregunta con que tituló su novela Enrique Sienkiewicz. Yo diría, como Tobi, que es un caso para “La araña”.
(Estoy seguro de que cualquier político sabe quién es Tobi, pero no estoy seguro de que todos sepan qué significa Quo vadis?, ¿Adónde vas?).
AYUDE A LOS AGRICULTORES, PRESIDENTE
Una característica infalible de todos los presidentes de México es que actúan frente a todos los problemas como Superman o Batman; para ellos no hay obstáculo que los detenga. Les plantean un asunto complejo y si hay camarógrafos y reporteros delante, hacen un gesto con el que quieren decir: ¿qué me dura?, aunque a la hora de hacer cuentas con el secretario de Finanzas confiesan que no ven cómo resolverlo.
Yo, señor Presidente, nada sé de finanzas públicas ni de presupuestos, pero en la duda de a quién darle la razón: al gobernante o al pueblo que trabaja, sin la menor vacilación se la doy a los que trabajan y producen. Son ellos quienes forman el pueblo, y supongo que las tres o cuatro o cinco veces que en cada “mañanera” presume de que el pueblo está con usted se refiere a esos que yo veo desesperados porque el fruto de su trabajo no rinde. Requieren precios de garantía justos para sus granos.
Yo creo que sí es verdad que el pueblo está con usted. Es hora de que usted, no sé cómo, demuestre que usted está con el pueblo.
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