En aquel octubre 1976 estábamos planeando inaugurar nuestro Centro de Cálculo en la Colonia Campestre. Hicimos un edificio con instalaciones especiales para aquel “monstruo” de la electrónica que ahora más bien es pieza de museo pero que entonces era nuestro orgullo, sobre todo porque se construyó y se equipó con aportaciones de los diversos sectores del sur del Estado a través del Patronato, y en especial de quien lo presidía. El poder público no aportó cantidad alguna para ello. Fue una respuesta de los cajemenses al esfuerzo continuado de quienes soñábamos y trabajábamos en busca de una meta bien definida en nuestras mentes.
En cuanto pudimos, hicimos contacto con el nuevo Gobernador licenciado Alejandro Carrillo Marcor a quien invitamos a la inauguración y aceptó. Fue una bonita ocasión a la que asistió la familia de don Moisés Vazquez Gudiño, recién fallecido en aquella fecha, encabezada por su respetable esposa doña Mary Elliot. Fue además una ocasión oportuna para exponer al Ejecutivo nuestras ideas de la creación de la “Universidad del Valle del Yaqui” que él escuchó con mucha atención y con oído de viejo maestro universitario. Nos prometió comprensión y nos pidió tiempo.
Debo decir que, confiados en que el licenciado Biebrich nos daría la razón, habíamos empezado desde dos años antes a transformar la estructura del ITSON, dejando de ofrecer el primer ingreso a las preparatorias, ofreciendo licenciaturas, cobrando colegiaturas y estableciendo el sistema de crédito educativo. Esto es, dimos inicio a la realización del replanteamiento estructural sin tener el soporte legal y eso nos causaba una enorme preocupación pues si no conseguíamos nuestros propósitos, estaríamos causando un grave daño a los jóvenes que se inscribían en nuestras carreras.
Ante aquel problema, en mi carta del 1º de Diciembre de 1975, expuse a don Alejandro Carrillo que era ya absolutamente necesario su apoyo y una ley orgánica nueva. Le dije entonces: A nombre de la comunidad del ITSON agradezco su visita del pasado sábado. Su estancia entre nosotros es un estímulo y sus palabras hacen renacer nuestra fe en el mejor destino para nuestra Casa de Estudios. Reiteramos nuestro deseo de reanudar el diálogo sobre el nacimiento de la Universidad del Valle del Yaqui… Como le ofrecí, me permito acompañarle diversa documentación que dará a usted una cabal idea del proceso seguido sobre el particular…
En otra carta, el 1º de Marzo de 1976, le expuse a don Alejandro Carrillo Marcor: …Reitero ahora mi planteamiento al Gobernador, al Jurista y al Maestro, sobre la inaplazable necesidad de promulgar una nueva Ley orgánica que sea un instrumento para continuar su proceso de transformación… Para la Comunidad en general, la transformación de nuestro Instituto se resume en su conversión a Universidad. Se trata de un anhelo ya arraigado profundamente. Bajo ese nombre se llama ya con frecuencia al ITSON y se nos recuerda a cada paso que el señor Gobernador prometió hacerlo realidad. Para los que más de cerca convivimos y formamos la parte interna del Instituto; para los que hemos llamado en nuestro apoyo a la Comunidad en general y hemos sido apoyados, la transformación de la Institución significa la lucha diaria, la búsqueda de una mejor forma de educar y de compartir la constante toma de decisiones que deben estar basadas en instrumentos legales. … Estamos a pocos meses de enfrentarnos a una seria crisis de legalidad. No existe otra solución que promulgar una nueva Ley orgánica que permita continuar el proceso de transformación… Estudiantes, maestros, directivos y Comunidad en general deseamos la ley y tenemos confianza en usted…
Esas eran nuestras urgencias para pedir la autonomía y la libertad académica. El Gobernador Carrillo nos entendió y nos cumplió, enviando al Congreso del Estado el proyecto de ley correspondiente que se discutió y aprobó por unanimidad en sesión del 29 de Septiembre de 1976 publicándose en el boletín oficial del Estado tres días después adquiriendo así vigencia y dándonos el soporte legal para seguir trabajando conforme a lo que habíamos empezado desde tres años antes. Éramos libres y teníamos el mismo estatus que la UNISON. No habría problemas para elegir a nuestras autoridades, para expedir certificados de estudio, grados y títulos; para otorgar validez a los estudios que se hagan en otros establecimientos educativos del país y extranjeros; y para incorporar estudios que se impartan en instituciones privadas.
La ley desde entonces vigente fue producto de muchas sesiones y de asesorías de gentes valiosas y conocedoras de la educación. Colaboraron muchos de aquellos jóvenes profesores locales, así como los que habíamos traído de otras partes del Estado y del país. Con la mortificación de no citar a todos los que quisiera y a manera de ejemplo, cito a Felipe Muzquiz, Heriberto Amaya, Ernesto Delgado, Roberto Marcor; y asesores externos como Alfonso Rangel Guerra, Rafael Velazco Fernandez, Olac Fuentes Molinar.
En su artículo segundo nuestra Ley Orgánica dice: El Instituto Tecnológico de Sonora es un organismo público descentralizado, de carácter universitario, con personalidad jurídica y patrimonio propios, autónomo en cuanto a que en el ejercicio de sus funciones de enseñanza, investigación y difusión, el Instituto dictará sus propios ordenamientos, organizará su funcionamiento y aplicará sus recursos económicos en la forma que estime conveniente. Su domicilio estará en Ciudad Obregón.
Todo aquello valió la pena. Cajeme tiene su propia Universidad y nada malo ha pasado. Al contrario: Sonora tiene ahora alrededor de cuarenta opciones universitarias y ofrece una variedad muy interesante de alternativas para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos.
Recordaré siempre con un gran respeto a don Alejandro Carrillo Marcor, a los profesores, a los trabajadores de intendencia, al Patronato y en especial a su entonces presidente, a nuestros asesores externos y a todos los que hicieron posible el logro de esta meta.
A partir de aquella reestructuración el ITSON ofrece carreras y no tiene Escuelas ni Facultades. En una aula coinciden estudiantes de administración, de contaduría pública, de ingeniería, etc. a quienes se les imparten las mismas clases de matemáticas, por ejemplo hasta los límites del “tronco comun”, o de alguna materia afin a esas carreras. Y eso ahorra mucho dinero.
Los cimientos del ITSON se pusieron entonces. Sin la autonomía, sin la departamentalización, sin el bachillerato, sin el crédito educativo, muy poco o nada hubiera podido hacerse. Gracias a los cajemenses.
Lo demás ha sido cosecha de lo sembrado.