|
En días de octubre como éstos, pero de hace 44 años, me encontraba por primera vez en Alemania; y 36 años hace, en octubre también, que me hallaba en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Me falló la puntería cuando me envió el periódico “Unomásuno” a reportear la guerra civil de Nicaragua –sandinistas contra somocistas—porque aterricé en San José de Costa Rica, de donde seguí por tierra a Managua, un primero de noviembre.
Ahora que la carga de los años me hace difícil caminar y cuando me angustia sólo el pensamiento de trepar la escalerilla de un avión, es un consuelo delicioso recordar el tiempo en que iba de aquí para allá y de allá para acá valido de mi profesión de periodista.
La organización Inter Nationes, de la República Federal de Alemania, invitó a cinco países para que enviaran representantes para mostrarles los adelantos de aquel país en materia de urbanización, revitalización de edificios, transporte y planeación. Dos eran arquitectos: Firmo David de Azevedo, de Brasil, y Rolando Cuevas, de Panamá; Antonio Pérez Días, de Puebla, México, ingeniero; y Ana María Tinoco, de Brasil, experta en planeación. Se explicaba que éstos formaran parte del grupo, ¿pero por qué yo?
Los compañeros del Departamento del D. F., donde trabajaba, me contestaron sin rodeos: “Porque eres el único colaborador del profesor Carlos Hank que se puede ir tres semanas sin que el gobierno de la ciudad sufra el mínimo trastorno”.
Además, Antonio Ríos Luna, de Bolivia; Rafael Hasbún, de El Salvador, y Raymundo Vega Crespo, de Puebla, eran también periodistas. Estaba claro que Inter Nationes esperaba que difundiéramos nosotros el renacimiento de Alemania, todavía separada de la República Federal (comunista). Lo hicimos con gusto. La gira abarcó Frankfurt, ciudad de llegada y salida, Bonn, que entonces era la capital, Colonia, Bremen, Hamburgo, Lübeck, Berlín (una noche nos escapamos en Metro al lado oriental), Marburgo y Würzburg.
El recorrido concluyó el 27 de octubre. Y como ya estábamos ahí, los dos poblanos y este sufrido periodista, nos fuimos una semanita a París.
El viaje y recorrido por Moscú, Leningrado (San Petersburgo), Tbilisi y otras ciudades pequeñas, costaba mil dólares. La Agencia de Noticias Novosti nos cobró la mitad a periodistas de México, Tamaulipas, Colima y Sonora (yo). La novedad era entonces la Perestroika que había puesto en marcha Gorbachov. Para nuestra mentalidad occidental era difícil entender que, hasta entonces (1987), los profesionales y técnicos de una fábrica (nos llevaron a una de relojes) ganaran lo mismo que los empleados de oficina y los obreros. Era una de las muchas cosas que Gorbachov trataba de “occidentalizar”. De Moscú me queda el hermoso recuerdo del Ballet Kirov, y de Leningrado, la visita a la casa de Dostoievsky y el recorrido del museo The Hermitage. En Tbilisi, por el rumbo de Georgia, tuve la oportunidad de conocer una gran escuela de periodismo. Tiene la particularidad de que el estudiante, en cuanto se gradúa, cuenta con empleo, aunque en la ciudad que le fije la autoridad universitaria porque todo está planeado. Al menos así era en la época de mi viaje.
Y como estamos en octubre, recordaré otros viajes aunque los haya hecho en diferente mes o solamente los haya soñado..
carlosomoncada@gmail.com
