!Felicitaciones al doctor Francisco Verduzco Valenzuela por su 90 aniversario!
¿Usted le cree a Marcelo? Habiendo crecido bajo la tutela priista que traicionó a su jefe, quién le aseguraba en ese entonces, un futuro promisor que nunca llegó, y que le orilló con recomendación política, enrolarse en la naciente ola obradorista años más tarde, tanto tiempo no le dio la capacidad de conocer o entender que la política la escriben, al igual que la historia, los vencedores, y después de eso ¿darse por engañado?
¿Pero si era el bombero oficial, para muchos el vicepresidente, el personaje con más tablas y manejo político, exjefe de gobierno, ministro de relaciones exteriores, con personalidad de estadista? Él lo sabía y eso lo perdió.
Sabía que si hubiera un delfín era él, si había una Delfina era Claudia, los demás eran solo comparsas para simular una democracia interna con tintes populistas o así le parecía. En la comparación, él salía ganando, había sido también jefe de gobierno, como ella, su personalidad política era avasallante a comparación de la desangelada imagen de la parte contraría, quien, a su vez, cosechaba las negativas de su periodo administrativo (línea 12). Las relaciones políticas con diferentes actores eran evidentes, sentía la simpatía de los sectores empresariales y extranjeros, sin duda, también de la alta sociedad del universo chilango al considerarse fifí o popoff, en muchos aspectos.
En base a su experiencia política comenzó a tejer las redes que en algún momento podrían inclinar la balanza a su favor. Mucho antes de comenzar la contienda ya tenía su equipo y su “War Room” en la secretaría de relaciones exteriores (lo muestra la alud de renuncias para integrarse a su equipo de campaña) de ahí partirían las estrategias de promoción, imagen, los acuerdos y compromisos, y también las campañas de desprestigio para todos los frentes contrarios a sus intereses. Prometió, diputaciones y senadurías (lo muestra el porcentaje que exige para los suyos) y vaya usted a saber querido lector, qué componendas con los intereses económicos empresariales que le abrieron las puertas (de manera abierta y preferencial) para su promoción en radio, tv, medios digitales y opinadores de primera línea, quienes apologaron las virtudes del presunto delfín.
Al comenzar el periodo de la encuesta interna, el sabía desde antes, que existía un preferencia pública del presidente por Claudia, encuestas periodísticas marcaban una ventaja de dos dígitos en contra, y aun así participó, con la esperanza de una caída o la resolución ejecutiva a su favor por así convenir a los intereses de la 4 T. Aún así ( es decir, con conocimiento de causa) exigió un encuestadora designada por él mismo (de todas su confianza) al contrario de los demás que aceptaron las reglas del juego, hipotético, ficticio o falso en el último de los casos, y así se firmó el acuerdo por todos y así, lo firmó Marcelo.
Por la otra parte, la delfina, esto es Claudia Sheinbaum independientemente de sus méritos científicos y docentes y su capacidad administrativa, surgía de las bases de la filosofía obradorista: la izquierda social progresista, donde los apotegmas “Nunca más un gobierno rico, con un pueblo pobre” “Primero los Pobres” dejarían de ser slogans publicitarios con fines propagandísticos en los tianguis políticos.
Ella (Claudia) era la única (salvo también Noroña) de todos los candidatos que asegurarían la continuación del proyecto de la Cuarta Transformación. Proyecto que no se consolida en seis años, tal vez ni en 20, pero que, si se puede avanzar en la consolidación de la concientización ciudadana, el principal propósito objetivo del proyecto.
Esto no lo entendió Marcelo y al igual que su jefe Camacho tendrá que cavar su propia tumba política, a propósito de altares.
Usted dirá que aun es tiempo de rectificar, permítame disentir de tal opinión si así lo fuera, aunque se quede en el equipo de Claudia siempre será visto, mencionado, en las comisuras de labios y miradas, como quién intentó desestabilizar un proyecto por ambiciones personales.
Ya lo vieron en la aprobación del presupuesto federal, el temido sector Marcelista votó a favor de la 4 T. El gobierno tiene con qué negociar, Marcelo solo el poder amenazar con “El petate político de un muerto” su propio petate.
Si se va a Movimiento Ciudadano, será visto como un traidor, un acomodaticio quien dejó los principios que presumía por el Ego de lo que pudo ser y nunca será. Cualquiera que sea su decisión (tal vez la mejor, otro exilio) su carrera estará merecidamente en el basurero de la historia. Es Cuanto