Uno de los más ricos frutos de la vida que el periodismo y la Literatura me han permitido cosechar en 70 años son los viajes. Hice dos recorridos por toda la República; del primero salió el libro ¡Cayeron! 69 gobernadores derrocados, y del segundo, Riesgo de muerte, una reseña de los periodistas asesinados del Siglo XIX a 2012”, Y he visitado todas las entidades federativas más de una vez.
A Europa fui la primera vez cumplidos los 40 años y me desquité del retardo con tres meses de estancia, principalmente en París y con escapadas a Bélgica, Italia y Holanda. Visité dos veces Alemania: una, cuando todavía estaba dividido Berlín, con Bonn como capital, y otra, cuando los soviéticos eran echados de la porción de territorio que habían ocupado.
En esta segunda ocasión en mi grupo iban dos amigos poblanos y antes de volver a México nos escapamos tres días a París. Y en un tercer viaje a Francia, me extendí a Polonia para conocer el campo de exterminio de judíos de Auschwitz, amargo episodio de una “civilización” decadente.
En compañía de mi hija Martha, y como integrantes de un grupo de periodistas mexicanos, estuvimos en Moscú, San Petersburgo y otras poblaciones. Vivían los rusos una serie de cambios extraordinarios bajo el gobierno de Gorbachov.
Solo y mi alma aparecí en La Rioja para visitar a mi amigo Vicente Elías, que ha venido dos veces a Sonora. Y como parte del intercambio cultural que sostuvimos con el grupo de artistas plásticos La Cerchia, viajé dos veces a Trento en el norte de Italia.
Y por lo que toca a nuestro continente, hice un recorrido de Costa Rica a Guatemala, pasando por Nicaragua, Honduras y El Salvador, para reportear la acción de las guerrillas para “Unomásuno”. Bajo otras circunstancias, estuve en Canadá y en Cuba.
En los tres años que trabajé con Carlos Hank González, tuve la oportunidad de acompañarlo a Los Ángeles, Washington (invitado por la OEA) y Canadá. En este país la gira fue tan interesante como fatigosa. Hank era hombre de agudo sentido del humor. Las autoridades de Montreal le ofrecieron una cena; mientras las edecanes nos entregaban a los mexicanos un disco de la Sinfónica de Montreal, el orador dijo con orgullo: “Nuestra Sinfónica tiene 48 años y dentro de dos cumplirá 50”
Cuando Hank se levantó para agradecer la cena, dijo: “Nosotros tenemos también, en la Ciudad de México, una sinfónica que se parece a la de ustedes: tiene dos años y dentro de 48 cumplirá 50”.
Como ven la vagancia periodística vale la pena.