“Los mortales se atreven, ¡Ay!, siempre a culpar a los dioses porque dicen que todos sus males nosotros les damos, y son ellos que, con sus locuras, se atraen infortunios que el Destino jamás decretó”. La Odisea. Homero, poeta griego (siglo VIII a.C.).
En cualquier enfermedad grave aguda, es aplicable un código de alerta (ROJO). En los servicios de urgencias en la mayoría de los grandes hospitales del sector salud, existe un proceso para clasificar y seleccionar a los pacientes para priorizar la atención médica ante un grave padecimiento que ponga en riesgo la vida. Ese proceso se nombra TRIAGE, que, ha salvado la vida de muchos pacientes. En esta área deben estar, de preferencia, médicos urgenciólogos u otros médicos capacitados para detectar al enfermo que necesite atención inmediata y pasarlo a la área de choque o de Reanimación Cardio-Pulmonar. El infarto al miocardio es una de las urgencias más frecuentes que llegan a los hospitales. Se ha documentado que de 100 pacientes que llegan a un servicio de urgencias que no cuenta con el servicio de TRIAGE el 70% no presentan una verdadera urgencia, son “urgencias sentidas”.
El objetivo de Código Infarto es que la persona infartada con síntomas de dolor de pecho, falta de aire o desmayo, reciba atención en los primeros 30 minutos con medicamentos para disolver el coágulo que bloquea a las arterias del corazón o al restablecer el flujo sanguíneo en menos de 90 minutos al colocar un Stent, de ser posible en la arteria dañada.
Hace una semana acudimos a la Ciudad de México, a una cita subsecuente de control que tuvo mi esposa en un prestigiado Instituto de Salud en donde la atienden desde el 2016 cuando le realizaron un exitoso trasplante hepático, y que afortunadamente y gracias a Dios y a la Ciencia médica no ha tenido graves complicaciones, gracias a personal médico que le han dado seguimiento desde entonces (junio 2024 cumplirá 8 años).
Al siguiente día, después de su consulta que salimos tarde, tuvimos que regresar al Instituto para agendar su cita médica, exámenes de laboratorio y otros estudios, para el próximo año. Después de ello, caminamos por la Avenida de Tlalpan para dirigirnos a comer a un conocido restaurante, que está enfrente de un Hospital General, también de prestigio. Antes de llegar siento fatiga por lo que hicimos un breve descanso en un conocido café. Me recuperé en menos de 10 minutos y nos dirigimos al restaurante. Ocupamos una mesa y solicitamos la carta, pedí una copa de vino para acompañar la comida, le di un pequeño trago; repentinamente empecé a sudar frio y mareo, casi próximo a un sincope (vahído o desmayo), sin dolor precordial; fue un “déjà vu”, cuando tuve mi primer infarto que presenté lo mismo, pero con dolor precordial opresivo. Saque de la bolsa de mi camisa una tableta con acción vasodilatadora, le dije a mi esposa que me diera, estaba echa polvo, no importa le dije dame el polvo y me la puse sublingual. Casi a punto de desmayarme, le digo que avise a los meseros y llamen a una ambulancia (al 211), para mi traslado a un hospital. Llegan los paramédicos a los 15 minutos. Les pedimos que me trasladen al Instituto donde se atiende ella, ya que estábamos hospedados muy cerca de esta Institución.
Al llegar a el área de TRIAGE, cuya entrada esta a boca de calle, se acerca una persona con uniforme de la Guardia de Protección Federal que vigila la entrada; le pregunta al paramédico que, si el paciente está registrado en el Instituto, yo le informo, agitado, que no, pero que mi esposa si; que era una urgencia médica. Contesta que no podían atenderme si no era paciente del hospital, que me llevaran a otro “lugar”. Infórmale -le digo- al médico de guardia que vengo infartado. Hace como que entra a el área de Triage, pero regresa rápido y me dicen que NO, que me trasladen a otro hospital (tuve la sensación de que “el guardia nacional decide el Triage”. ¡Vamos progresando!). Después me explicaron los motivos del por qué no recibían pacientes no registrados, en parte tienen razón (Pero ¿qué, un guardia “realice un Triage” …?)
El paramédico nos dice: lo vamos a llevar al hospital Mancera. Ese hospital está lejos -Pensé- no voy a llegar. Por favor llévenme al Instituto de Cardiología, está aquí próximo (400 metros aproximadamente). No podemos hacer dos viajes (¿?) -me informa el paramédico. Entonces- le digo- bájame y déjame en la banqueta. Me bajan, mi esposa me lleva a sentar en una banca que está al lado de la entrada del Triage. Al guardia, indiferente a mi presencia, le habló con voz “apagada”: dile al médico de guardia que vengo infartado –tuve que decirle que soy médico. Se dirige a la puerta, me levanto un poco mareado, camino detrás de él y, sin permiso entro a la área, me ve una joven doctora, me examina con rapidez, me toma un electrocardiograma (ECG), lo consensa con otro joven compañero de mayor jerarquía. Me informan que si puedo llegar a otro hospital. Me salgo y me siento en la misma banca. Esperando a que llegue una sobrina por nosotros. Mientras le llamo a un buen amigo médico, a quien agradezco personalmente su apoyo, quien labora en la delegación norte del IMSS.
Me dice que me vaya urgente al Centro Médico La Raza. Espero a mi sobrina que viene en camino para trasladarme. En esa espera, otra vez, empiezo a sentirme mal, decido ponerme otra tableta sublingual, pero no las encontré ¿las tiré? Le pido a mi señora que compre en la farmacia del mismo Instituto, no se la quisieron vender ¿Por no traer receta médica? Las compra en otra farmacia que se encuentra casi frente donde estábamos, me la coloco bajo la lengua porque empecé a sentir un leve dolor precordial, entro sin avisar a el área de Triage, me ve el médico, medio asustado, me pasa rápido a tomarme otro ECG. Observa alteraciones en el trazo, me sube a una silla de ruedas y casi corriendo, me traslada al hospital a la área de Choque o RCP – Reanimación Cardiopulmonar, (yo iba “consciente”, creo). Me reciben varios excelentes médicos adscritos a ese servicio y Residentes y enfermera, entre aquellos una joven cardióloga; en forma rápida y coordinada me canalizan una vena, para aplicar soluciones y medicamentos IV, y administrar otros vía oral requeridos (antitrombóticos, antiagregantes plaquetarios, entre otros). Mientras unos me interrogan, toman ECG, Ecocardiograma, otros -químicos- toman exámenes de laboratorio (biometría hemática, química sanguínea, enzimas cardiacas y troponinas, etc., que reportaron elevadas), RX portátil de Tórax, etc. En 20 minutos, estaba casi asintomático y la tranquilidad regresó a mi alma. Me puse un poco eufórico por el efecto de la morfina que me aplicaron a goteo continuo (para el dolor) o por algún otro fármaco. (Si salgo de esta -me dije en broma- ¡me tendrán que decir donde la consiguen!).
Agradecemos al personal médico, Residentes, enfermería y trabajo social por su excelente atención y su solidaridad. Y al Instituto que atiende a mi esposa excelentemente desde el 2016. Hoy circunstancialmente a mí.
Se comunica mi amigo, para que me lleven al Hospital de Cardiología del Centro Médico Siglo XXI, que está más cerca que el CM La Raza, que me están esperando en la Unidad de Cuidados Intensivos Coronarios (UCIC) del IMSS. (Pepe, te estaré eternamente agradecido). Le informé que me están estabilizando y que me pasaran a la área de pacientes “Semi Críticos”, mientras se integra la documentación para mi traslado al Siglo XXI, y que probablemente me sometan a cateterismo. Pasé la noche muy bien, y como ya estaba lista la documentación para el traslado, no se realizó el cateterismo. A las 14 horas, me trasladan a Urgencias del Hospital de Cardiología (IMSS). A una hora de estancia, me llevan a Hemodinamia, me realizan un cateterismo diagnóstico. Por la localización del sitio de la parcial oclusión (50% de la luz del tronco arterial izquierdo de la Aorta), en la “encrucijada” donde se bifurca hacia arteria Descendente Anterior (donde tengo 3 Stent previos) y a la Circunfleja Izquierda (uno).Ponerme un Stent en la bifurcación es demasiado riesgoso (ocluiría el flujo hacia a una o a las dos arterias). No soy candidato a cirugía. Me explican.
Me pasan a la UCIC. Una moderna área que ha evolucionado, no solo en la excelente atención, sino también en sus dignas áreas, desde años atrás para bien de los pacientes con cardiopatías graves. Mi estancia fue por 3 días en esa Unidad. Me dan de alta al piso del Hospital, donde estuve otros tres días; me dan de alta con un intensivo tratamiento médico. Me citan en 8 semanas aproximadamente.
Excelente trato de todo el personal dan a los pacientes de la UCIC, donde la dignidad y el “pudor” de los enfermos importa mucho, con cuartos individuales, con monitores, con sillones reclinables (reposet), grandes ventanas y puerta amplias de vidrio hacia el interior y cortinas cuando se les solicita que las cierren. Todos, Residentes, médicos adscritos, enfermeras y demás personal, excelentes, a quienes de todo “CORAZÓN, -aunque jodidito”-, les agradezco sus finas atenciones.
Salgo agradecidos con los médicos de urgencias; con los médicos intervencionistas y con el jefe de Hemodinamia; a ellos por su interés e información de mi caso. Con los directivos del Hospital de Cardiología del Centro Médico Siglo XXI y de su personal, excelentes todos.
“Escribo, gracias a todos, luego existo”. (Parodiando a René Descartes).
raulhcampag@hotmail.com
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