Ni hablar, Me resistía a reconocerlo pero, la verdad, me estoy haciendo viejo. La noticia estalló y yo, que durante varias décadas corría desenfrenadamente al lugar de los hechos y les ganaba .la nota a mis colegas reporteros, me quedé ahora en la luna, pensando en la inmortalidad del cangrejo, diría mi abuela..
Y no fue una de esas noticias generadas a media voz, sino pregonada por diez mil voces, qué digo diez mil, por cien mil o más ciudadanos. Abrí ayer por la mañana temprano el periódico y ahí estaba la noticia que me perdí: once de los diputados locales actuales serán otra vez candidatos, ¡van once por la reelección, once!
¿En qué perdía yo el tiempo cuando los sonorenses de once distintos distritos, algunos alejados de Hermosillo, rodearon el Congreso del Estado y a gritos pidieron, rogaron, exigieron, imploraron a sus diputados que por favor los sigan representando en el Poder Legislativo,
Es cierto que vivo algo lejos del Palacio Legislativo. Pero los que vinieron a implorar, a exigir, a rogar, a pedir, ¡son de once distritos! Si de cada uno hubieran venido sólo tres mil, los más de treinta mil hicieron sin duda el relajo suficiente para que me hubieran despertado.
Y no pudieron ser menos porque sólo una manifestación de mínimo treinta mil convencería a los diputados, que en su modestia infinita se consideran inútiles, se creen holgazanes, se llaman a sí mismos buenos para nada, sólo un grupo más o menos nutrido puede haberlos convencido de que tienen méritos para continuar en el papel de diputados.
Lamento en el alma que la noticia se me haya escapado. Me habría encantado ver los rostros de ciudadanos y ciudadanas iluminados con el pensamiento de que estos diputados no se marcharán, sino que seguirán promoviendo las iniciativas que les manda el gobernador o les redacta la Dirección Jurídica, gozando de tres periodos de vacaciones al año y cobrando sus jugosos cheques mensuales.
(Este comentario está inspirado en el recuerdo de que los grupos políticos que detentaron el poder tantas décadas, y están hoy satanizados, guardaban las formas. Los campesinos y su líder o los trabajadores sindicalizados y Fidel Velázquez, visitaban a los candidatos y les decían que miles de ellos habían resuelto dar a esos candidatos sus votos, después de haber analizado a profundidad lo que convenía a la Nación, No era cierto pero guardaban las formas. Ahora ni eso.)
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