La última vez que leí la historia de una pareja de enamorados, la hija de un cacique africano, curvilínea y negra, y el rubio hijo de un militar europeo de elevado rango, que firmaban con sangre un pacto de amor, fue hace unos setenta años. Con la punta de un puñal se hizo una herida cada uno en la muñeca, y las unieron para que se mezclaran la sangre de ella y él. No recuerdo que hubieran desinfectado el arma previamente, creo que antes no se preocupaban los enamorados por las infecciones.
La candidata Xóchitl Gálvez revivió esa romántica tradición al iniciar su campaña. Se pinchó la yema de un dedo con una aguja, manchó con una gota de sangre una hoja de papel y declaró que firmaba así el compromiso de mantener los apoyos sociales (los mismos que le han criticado tanto a AMLO) cuando sea presidenta.
Ya que decidió hacer una payasada, debió haberla hecho bien. Creo que si se hubiera pinchado las yemas de todos los dedos podría haber obtenido la suficiente sangre para escribir con claridad su firma con letras grandes. ¿O no lo hizo porque sabe que nunca será presidenta? Ojalá que no haya sido por eso, sería penoso que hubiera iniciado la campaña con ideas pesimistas.
CUMPLEAÑEROS DE LA UNISON
Están celebrando en la Universidad 60 años de las carreras de Física y Matemáticas y algunos menos de la licenciatura en Literaturas Hispánicas.
No es fácil establecer con claridad la fecha en que debe comenzar a contarse los años porque las carreras no arrancaron como se imparten actualmente, son el producto de varias transformaciones. El Consejo Universitario aprobó la creación de la Escuela de Altos Estudios el 29 de noviembre de 1962, que se instaló en el edificio que acababa de desocupar la Secundaria de la Uni, el que ahora es la sede de Letras.
El rector Moisés Canale, principal impulsor de la iniciativa, dijo en su informe de 1964, que concebía Altos Estudios “como la fuente de donde emanarán maestros de Secundaria, de Preparatoria y de profesional que habrán de diseminar la cultura universitaria por todo el Noroeste de México”
Hubo directores de entrada por salida, hasta que se quedó la matemática Manuela Garín Pinillos de Álvarez, de origen cubano. Hay más detalles en mi libro Historia General de la Universidad de Sonora, III Tomo “Crecimiento, política y crisis 1953-1973”
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