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Ayer nos quedamos en que el presidente electo Luis Echeverría escuchaba al ingeniero Luis Robles Linares describir los apuros del agricultor sonorense por la falta de agua. Hoy seguimos recordando aquel episodio:
“Luego habló el secretario de Recursos Hidráulicos.
“Faustino Félix cuenta que aguardaba, tranquilo, que Hernández Terán demostrara que el PHLINO era la solución del problema planteado por Robles Linares. Pero, para su sorpresa, el titular de Recursos Hidráulicos comenzó así:
“No considero que el Plan Hidráulico del Noroeste sea la solución indicada. Es muy oneroso. Hay otras alternativas mucho más baratas y más rápidas.
“Pasó a mencionar que en Puerto Peñasco se realizaban experimentos para desalar agua de mar, lo cual era estupendo para una entidad con tanto litoral al Pacífico, y que podrían conducir volúmenes considerables de San Luis Río Colorado hacia el sur.
“El gobernador, que había salido ya de su estupefacción, replicó indignado que la planta desaladora apenas producía unos cuantos galones para el consumo de las oficinas municipales y las escuelas del pueblo pues se trataba de un pequeño programa experimental de la Universidad, y que en ninguna parte del mundo habían encontrado todavía la manera de desalar agua a costo, si no bajo, al menos razonable. Luego atacó la idea del canal de San Luis Río Colorado hacia el sur,
“¿Va a ser un canal techado?, preguntó con mordacidad, porque como ingeniero debes conocer el porcentaje monstruoso de evaporación que tendría el agua al cruzar el desierto, y eso sin contar que tendría que ser un canal de concreto, pues el terreno es arenoso y el agua que no se evaporara, se filtraría.
“Decidido a quedar bien con el casi Presidente, Hernández Terán echó mano de otra idea:
“En el sur de Sonora se pueden abrir tierras aprovechando las aguas de El Fuerte. Allí podríamos trasladar a todos los ejidatarios que no tengan tierras.
“El gobernador replicó una vez más. Las tierras que se abrieran jamás alcanzarían una superficie como la que regaría el PLHINO. Además, surgirían complicaciones políticas pues los ejidatarios no son cosas que puedan cambiarse de lugar a capricho, sino seres humanos. Y esperan que el gobierno les resuelva su problema donde viven. Echeverría callaba mientras se desarrollaba el duelo, y al concluir los duelistas se limitó a darles las gracias sin mostrar signos de estar a favor o en contra
“Félix Serna recuerda que cuando salieron, hacía antesala el ingeniero Leandro Rovirosa Wade; tal vez ese mismo día lo invitó Echeverría a ocupar la cartera de Recursos Hidráulicos, y especula: quizás si Hernández Terán lo hubiera sabido, su posición hubiera sido diferente.
Cuando Echeverría realizó su campaña en Sonora dijo a la prensa, en una reunión celebrada con reporteros locales en Moctezuma (en la que estuvo presente este columnista), el primero de enero de 1970, que el Plan se llevaría al cabo. Lo repitió en una junta de presidentes municipales fronterizos celebrada en Nogales en la primavera de 1971 (cuando decidió visitar a media noche a Naco). Pero no se vieron signos de que se trabajaba.
“En los mentideros políticos se rumoró que el ingeniero Rovirosa le había echado el ojo a la gubernatura de su Estado, Tabasco, y como sabía que los influyentes Félix Barra García, Augusto Gómez Villanueva y Salcedo Monteón eran enemigos del PLHINO, prefirió no mover el asunto.
“La caída del gobernador Biébrich en octubre de 1975 y la afectación, el año siguiente, de 37,666 hectáreas de riego, y 61,555 de agostadero, propiedad de algunas docenas de agricultores, más el inicio de la espiral inflacionaria, hicieron olvidar el PHLINO. Los sonorenses dejaron el sueño de lado y lucharon para superar el caos”.
(La información para esta primera parte fue proporcionada al autor por don Faustino Félix Serna cuando había concluido su sexenio).
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