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Sereno, claro, franco y digno es el documento que la Universidad de Sonora dio a la publicación hace dos días: claro que los trabajadores gozan del derecho de huelga, dice, pero no significa eso que puede exigir lo imposible, hiriendo en el corazón de las finanzas a la institución.
Miles de huelgas se han declarado en México en las fábricas de automóviles, de refacciones, de alimentos, de ropa, de zapatos y otros numerosos artículos, y si no puede responder el patrón al aumento salarial exigido, acude al último recurso: le sube los precios a los productos que vende en el mercado. La consecuencia de la huelga exitosa repercute en el bolsillo del cliente pero no había otra solución.
¿Eso quieren los irresponsables dirigentes de los sindicatos universitarios? ¿Que se impongan altas colegiaturas a la enseñanza casi gratuita que hoy reciben para que se aumenten los sueldos? Y dado que pretenden trasladar el pago de esos aumentos al gobierno, que no maneja un presupuesto ilimitado sino el que ha autorizado el Congreso, ¿qué programas deben desaparecer para tener dinero y complacer a los huelguistas? ¿El de becas, el de construcción de hospitales, el de las redes del agua?
Por otra parte, no les queda a los sindicalizados exhibirse como víctimas; sus sueldos no son para llevar a la familia a vacacionar cada año en Cancún, pero sí para mantenerla con decoro. Estoy seguro de que habrá buen número de trabajadores y docentes que de veras aman a la Universidad y no se resignarán a ver cómo de hunde. Y se hundirá, si el STAUS se agrega a la huelga.
CISMA EN HUATABAMPO
Que en el PRI no caben mentirosos, traidores y rateros, dijo el dirigente de ese partido. Es bueno saberlo. El pueblo ha soportado durante decenios a gobernantes mentirosos, traidores a la Patria y rateros que el PRI llevó a los más altos puestos públicos. Ahora no les puede abrir camino hacia esos cargos, pero al menos la intención suena bien en el discurso.
El líder estatal se enojó porque un considerable número de ciudadanos, que había confiado en el PRI, incluido el presidente del comité municipal, Julio César Amparán, se pasaron a MORENA. Y califica a éste de ratero porque se llevó, afirma, muebles que eran del partido. Una película parecida vimos en 1975; renunció el gobernador Carlos Armando Biébrich y se llevó el mobiliario con él, excepto los sanitarios; el mandatario sustituto Carrillo Marcor, demostró que se trataba de un robo pues exhibió las facturas en poder de la Tesorería del Estado, que había comprado los bienes.
Que haga el PRI lo mismo si quiere probar que el acto del señor Amparán constituye un robo. No creo que anduviera nadando en dinero por haber recibido con puntualidad las cuotas de sus compañeros de partido. Más bien me inclino a pensar que el gasto salió de su bolsillo.
carlosomoncada@gmail.com
