In memoriam D. Rubén Aguilar Monteverde
Este reportaje en serie tiene por objeto averiguar si el Banamex actual se parece en algo al Banamex cuyo prestigio labró el distinguido banquero sonorense don Rubén Aguilar Monteverde cuando ocupó la dirección a nivel nacional. Ayer narré un episodio que pinta la bonhomía y espíritu de servicio de aquel hombre. Hoy contaré uno muy distinto para ilustrar cómo al Banamex actual poco le interesa apoyar a los clientes a resolver sus problemas.
El 14 de febrero de 2013 algunos delincuentes me robaron varias formas de mi chequera sin que yo lo advirtiera, y EL MISMO DÍA cobraron siete cheques con mi firma burdamente falsificada, por un total de $100,300. Me vaciaron la cuenta. Lo descubrí al día siguiente pues cuando traté de sacar dinero del cajero electrónico, la máquina indicó “fondos insuficientes”. Presenté la denuncia ante un Agente del Ministerio Público que no pudo o no quiso obligar al Banco a proporcionar información necesaria para obtener pruebas, por ejemplo, identificar a los ladrones que cobraron con base en las grabaciones de las cámaras instaladas en las cajas.
Si algo se avanzó fue gracias al apoyo de mi amigo Abel Murrieta (DEP), ex Procurador de Justicia, que ya no ocupaba el cargo pero conservaba el respeto de subalternos de entonces. El mismo Banco tardó más de una semana en entregar fotocopias de los cheques.
Comenzaron a transcurrir los meses que mi familia sobrevivió de milagro y un día fui citado por el Ministerio Público Federal. Acudí y me enfrenté a una prueba absurda: me hicieron escribir mi firma docenas de veces en hojas en blanco para descartar la sospecha de que yo mismo hubiera armado un circo para robar dinero de mi cuenta y al mismo tiempo, maniobraba para sacarle más al banco. ¡Absurdo y estúpido!
Supongo que el banco tiene un seguro para recuperar las sumas robadas pues luego de tantas gestiones inútiles y cuando estaba lista mi demanda penal mercantil contra Banamex, repusieron en mi cuenta lo robado sin darme la mínima explicación. Debí haberme llevado entonces mis modestos haberes a otro banco. Pero cometí el error de seguir allí. Me faltaba sufrir dos atropellos más, de los que informaré a los lectores en las dos columnas que siguen. carlosomoncada@gmail.com