Aprovechando que la veda electoral habrá disminuido estos días el torrente de noticias políticas voy a tratar un par de asuntos menores de esos que, si bien no carecen de importancia, son desplazados de las columnas por asuntos de veras gordos.
Ya les conté que el martes se develó la estatua dedicada al maestro y escritor Leo Sandoval. Pues bien, al mencionar el maestro de ceremonias a algunas de las personas asistentes, adjudicó al ingeniero Ignacio Lagarda el título de “cronista de Hermosillo”, al que es acreedor puesto que fue nombrado por el Ayuntamiento no recuerdo cuándo.
Este señor era miembro, como todos los cronistas municipales, de la Asociación de Cronistas de Sonora, A. C. pero renunció a esa membresía el 27 de mayo de 2021 en carta dirigida a la presidenta de ACROS. ¿Motivo? No le pareció que sus colegas de otros municipios estuvieran trabajando “intensamente”, según su expresión, en actividades de crónica relacionadas con Hermosillo.
Buen número de Ayuntamientos tienen presupuestada una compensación económica para sus cronistas. Ignoro si dentro de ellos se encuentra el de Hermosillo, pero es suficiente que el cronista Lagarda se haya ubicado en un estatus singular para que los regidores revisen el caso. La carta de renuncia que cito no lleva marcada copia para el Ayuntamiento
¿PUBLICIDAD EN MI TELÉFONO?
El otro asunto anotado en mi agenda desde hace varios días, es del uso que da a mi teléfono celular como vehículo publicitario la empresa Telcel.
Desde antes de que haya llegado el día límite para que pague la tarifa mensual, y al margen de que la haya o no la haya pagado ya, comienzan a dar lata con recordatorios; ni modo, están en su derecho de hacerlo por la red que se les ha concesionado.
Pero no veo que tengan derecho a colar en mi teléfono anuncios que ellos cobran como es el caso de la Coca Cola La libertad que la empresa se toma es tanto más molesta cuanto que el sabor del refresco me resulta intolerable.
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