Se ven cínicos (y son cínicos) los presidentes municipales que andan detrás de la reelección, cuando intentan justificar su ambición de poder con estas palabras “tres años no son suficientes para lo que hay qué hacer”.
¿Qué no se lanzaron a su primera campaña sabiendo que tres años dura el periodo del presidente municipal? Es cierto que hay ciertas obras públicas que nunca tendrán fin, como los servicios de agua y drenaje, las escuelas, el pavimento y la reforestación, debido al incesante crecimiento demográfico, o simplemente porque se desgastan los materiales y se requiere ampliar, modernizar, invertir en nuevas tecnologías.
Por eso una decisión inteligente es realizar las obras por etapas, construir lo posible en tres años y dejarle preparado el camino a los sucesores para que se hagan cargo de lo que corresponde a tres años más
Lo que en realidad sucede es que el político se vuelve adicto al poder, y a menudo, al dinero. Y en un tiempo corto comienza a actuar como si los edificios del Municipio, los vehículos, los equipos, inclusive el personal, fueran de su propiedad y dispone de esos bienes sin dar cuentas a nadie-Otro aspecto nocivo del alcalde repetidor es que si sigue en el mando, seguirá también un buen número de sus colaboradores que tal vez en el primer periodo se condujeron con honradez, pero continuar de frente quizá les dará confianza para hacer un hurto por aquí, tramar un peculado por allá. Vaya usted a saber.
Quien echa raíces en el poder está convencido de que nadie, excepto él, está preparado para hacer bien las cosas. Así corre el riesgo de anquilosarse, de mantenerse cómodo en la medianía y en la rutina. En conclusión, voto porque votemos por nuevos rostros, por individuos autocríticos, imaginativos y audaces para buscar formas novedosas de gobernar.
SOBRE LA HUELGA, VA UN NORTE
No, no hay que sentarse y esperar que los sindicatos destruyan a la Universidad y echen a la basura los esfuerzos de los estudiantes. Hay que buscarle la cuadratura al círculo.
¿Recuerdan la huelga que le hicieron al rector Heriberto Grijalva Monteverde y que luego de maniobras y trampas terminaron por doblar las manos los huelguistas, que incluyeron en sus peticiones finales el pago de salarios caídos? ¿Y por qué?, les replicó el Rector, indignado, ¿por qué pagarles si todo este tiempo no trabajaron?
Aquello sonó a música. Sugiero a los abogados de mi querida Universidad que localicen el expediente a ver qué se le puede aprovechar,
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