Cuando se acerca el final, uno siente que no queda al frente más preocupación que esperar, pues aunque falte el ingreso ocasional por un trabajo y la cuenta de ahorros no sea más que un recuerdo, de perdida queda la tarjeta del Bienestar: Tres mil pesos al mes sirven para unos tacos que lo mantengan a uno con vida.
Pero precisamente cuando se cree que está, mal o bien, asegurada la chuleta, viene el golpe tremendo a marchitar la esperanza.
Acabo de enterarme de que, según cálculos oficiales, los recursos del programa Bienestar, para apoyo de los viejitos, durarán sólo hasta 2045. ¡Esto es terrible! Yo tendré para entonces 111 años. ¿De qué viviré? ¿Cómo podré sobrevivir los años que todavía me queden por delante? (calculo que diez o doce).
Ejemplos de optimismo
Mi último recurso es imitar el optimismo de Alito Moreno que maniobra para obtener la reelección al frente del PRI hasta 2032. ¡Supone que el PRI puede existir ocho años más!
O bien el optimismo del sonorense Damián Zepeda Vidales, que trabaja para lograr la presidencia nacional del PAN, que aunque es también un trapo viejo (el partido, no Damián), comenzará a desintoxicarse con motivo de la renuncia de Felipe Calderón.
En fin, estos ejemplos son un consuelo pero no alivian mi preocupación.
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