“Unas de las desdichas de nuestro país consiste, como se ha dicho hartas veces, en que el interés individual ignora el interés colectivo”. Santiago Ramón y Cajal. Médico y científico español (Aragón 1852- Madrid 1924).
En el Sanedrín (léase: Senado de la República mexicana agónica), se presentaron y algunos se ausentaron, Judas Iscariotes (o mejor dicho, Judas con chayote, en efectivo o en especie, vaya usted a saber), para apoyar al oficialismo, para la reforma del poder judicial, que por cierto los gobernantes en turno, cuando fueron oposición, antes combatían y luchaban para que verdaderamente hubiese una autonomía de los tres poderes de la unión (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), que funcionara con real contrapeso de los abusos de cualquiera de los tres.
Ciertamente que, según los expertos en el derecho constitucional, era necesaria la reforma, pero consensada para hacerle pertinentes y justas modificaciones. Ya antes, en el gobierno de Ernesto Zedillo, en 1994 se le hicieron reformas al poder Judicial: “se redujo el número de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de 26 a 11 ministros, se incluyó la figura del Consejo de la Judicatura Federal; reforma que buscaba mejorar la administración de tribunales federales, y fortalecer la autonomía del Poder Judicial. Se incorporó la acción de inconstitucionalidad en el juicio de amparo, un mecanismo esencial para dirimir conflictos entre autoridades de distintos niveles de gobierno”. (Tomado de: Álvarez-Martín. Universal, Agencia Reforma. 13 de septiembre 2024).
Solo los expertos jurisconsultos, con conciencia y ciencia pueden ilustrarnos a los muchos que ignoramos, el trasfondo: perjuicio o beneficio para una sociedad que no ha confiado, a plenitud, ni en los políticos ni en la impartición de justicia. O, como dice el dicho: se opina “según cómo les va en la feria”.
Lo que sí, es una realidad, en estos encuentros en su mayoría mediáticos de la ciudadanía y encuentros frontales (“debates”), de los congresista tanto del oficialismo (partido gobernante), como las bancadas de la oposición, salieron a relucir los Judas Chayoteros, que como aquel legendario “apóstol” traidor que se vendió por unas monedas o tal vez, como la historia bíblica citada en el Génesis: 25,29 (para “los políticos y hermanos separados, no católicos”), cuando Esaú, muriéndose de hambre le vendió su primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas. “Venderse por un plato de lentejas” (frase “plagiada” por Diógenes el cínico, del relato bíblico), es muy común en nuestros políticos mexicas (léase mechicas), chimostrufoideos.
En la pasada sesión del Senado en donde se votaron las Reformas al Poder Judicial, no se si los Judas Iscariotes se dejaron convencer por andar hambreados (de continuar en el poder), sobornados con cash, del que no deja huella, pero al enterarse el pueblo sabio o no, sí, se ganaron el repudio de muchos, por tener las “petacas ligeras” (eufemismo de glúteos prontos), o intimidados para eximirlos de “supuestas fechorías” pasadas bajo el cobijo del pasajero poder político.
Quizás estos Judas Iscariotes, estarán gozando su última cena política, atragantándose con un plato hondo de lentejas, y, a algunos, los intimidados con sacarles en público supuestos o no, delitos no confesos, o eximirlos de toda culpa por intercesión del mesías macuspanero. Pero, aunque se atasquen de lentejas, aun sin ponerle chiltepines, están sufriendo una dispepsia, por agregarse en su digestión ardores gástricos (o como le llaman en mi pueblo “le cogen hace días” …perdón, acedías…: Cuestión de semántica), por reflujo de los ácidos gástricos hacia el esófago.