En estos días ando buscando la manera de mandar a la biblioteca Jesús Corral Ruiz, dos cajas de casi 200 libros para que se agreguen a la sección Biblioteca Cultura Sonorense. Esa sección no es parte de la biblioteca municipal, está ahí por mientras. Un día llegará, quién sabe si ya nació, un gobernador o un presidente municipal de pantalones que conozca el valor de la cultura y le buscará edificio propio a la Biblioteca Cultura Sonorense.
Bueno, pues le he rogado dos veces al Instituto Sonorense de Cultura que se las lleven las dos cajas de que hablo, pero en las dos ocasiones me han mandado por un tubo (lo haré yo, ustedes sigan durmiendo).
En 2022 comencé a soñar en la Biblioteca Cultura Sonorense. Estaría formada exclusivamente por libros de autores sonorenses o no sonorenses pero que trataran de asuntos concernientes a Sonora, y también de revistas y series de periódicos del Estado. Con un grupo de amigos escritores nos pusimos a solicitar donaciones de libros a particulares e instituciones. La Universidad de Sonora no nos dio ni agua. El Colegio de Sonora ni siquiera contestó a nuestra solicitud por escrito.
Pero antes del año logramos reunir cuatro mil libros y colecciones de revistas y además cuatro cuadros y varios discos de artistas sonorenses. La idea era entregar el acervo a la Secretaría de Educación y Cultura y que esa instancia resolviera en qué edificio de qué ciudad instalaría la biblioteca. También a la Secretaría le valió madre nuestra petición. En mayo del año pasado aceptamos que el acervo se guardara donde está, pero no renunciamos al proyecto original.
¿Se imaginan qué orgullo contar con una biblioteca de pura producción cultural de Sonora? Desde luego, las cuatro mil unidades apenas constituyen el principio. Nos comprometimos los escritores a seguir aportando libros propios y ajenos mientras tengamos vida, el proyecto seguirá para siempre.
Pero no es un proyecto para apocados y mediocres, para babosos y holgazanes. Es para hombres y mujeres que no le tienen miedo a lo grande, a lo difícil, a lo que parece imposible. Yo seguiré picando crestas a ver si los que pueden darle impulso se avergüenzan de su ignorancia y su desidia.