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Es un retrato al estilo de Rembrandt –luces y sombras—el que ha logrado el doctor Ignacio Almada Bay con su libro “Álvaro Obregón”, completado con el acertado subtítulo “Caudillo del pasado, espejo del presente”.
No es poco lo que se ha escrito del general invicto, pero ninguna como esta obra para para entender las motivaciones y los alcances de las acciones militares en el campo de batalla y las decisiones políticas en la Presidencia. Las primeras están descritas con emoción y minuciosos detalles y complementadas con mapas de las grandes batallas, y las segundas con la crudeza que no oculta la crueldad con que se eliminaron los nudos gordianos como, digamos, el asesinato de los adversarios en la lucha por la Presidencia.
El 23 de febrero del 2011 tuve el honor de comentar el libro “El último brindis de don Porfirio”, de Rafael Tovar y de Teresa, en un aula del ITSON, con la presencia del autor. Horas antes del evento se sirvió una comida en los jardines del Museo de la Revolución, recién terminado, a la que asistieron damas de la familia Obregón, que cedió su casa para que se instalara el Museo, y de la familia Calles. Rafael Tovar, con la delicadeza que aprendió en el ejercicio de la diplomacia, les manifestó su sorpresa de ver el afecto con que se trataban las señoras, como si ignoraran los rumores que apuntaban hacia el general Calles como autor intelectual de la muerte del general Obregón.
Con igual delicadeza, aderezada con la franqueza sonorense, la esposa de don Francisco Obregón le respondió que el cariño que han cultivado las faa milias de hoy no descansan en rumores políticos. Y bien, éste es un tema que se analiza con enfoque directo y bien fundado en la obra del doctor Almada. Mi capítulo predilecto, sin embargo, es el relativo a la masacre de Huitzilac, que ya aludí, por la rotunda negación a la postura de que puede un hombre conquistar el poder a cualquier precio.
La estructura de esta obra constituye un modelo a seguir. Se describen con sabiduría las condiciones geográficas, económicas, políticas, étnicas, en Sonora cuando el joven caudillo se inició en la Revolución, y concluye con una rica, muy rica bibliografía que sugiero a los lectores leer con cuidado. No sólo se citan autores y nombres de libros sino que se agregan, abundantes anécdotas, hechos, que conforman una fuente adicional de enseñanza y recreo.
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