La presidenta Claudia Sheimbaun recalcó tanto en la toma de posesión que su cargo termina con “a” (como doctora, bombera, ingeniera, dijo) que el aparente pequeño detalle se presta a varias interpretaciones, la primera, subrayar que habrá Presidenta, no Presidente, o sea, independencia total. Pero las mujeres deben interpretarlo como que el sexenio que ha comenzado será para ellas, las mujeres. ¡Cuidado con ellas!
Y luego, en el discurso pronunciado en la plaza de El Zócalo nos sometió a prueba a los periodistas, pues ¿cómo hacer una síntesis de los cien ejes que sostendrán su programa de gobierno? Todos son importantes y algunos merecen comentario editorial aparte.
En lo personal, como he reprobado tanto en esta columna la reelección de diputados, senadores y presidentes municipales, me satisfizo el anuncio de que promoverá una iniciativa de ley para que, mediante la reforma constitucional correspondiente, se suprima la reelección. (Ya lo había adelantado en algún momento de su campaña). Pero sin duda la clase trabajadora debe haber aplaudido más el propósito presidencial de luchar por la reducción a 40 horas laborables a la semana, y el aumento del salario mínimo para que alcance al equivalente de cuatro canastas básicas (ahora se encuentra en 1.6 canastas). Pero no viene Claudia (perdón por la confiancita) a pelearse con los patrones, sino a convencerlos. Habrá pláticas para que lleguen a un acuerdo los dos factores principales de la producción.
Para conocer a fondo a la primera Presidenta de México será necesario observar su desempeño en diferentes ámbitos. Hoy, por ejemplo, estará al frente de su primera mañanera ante los periodistas. Su personalidad se impone, su inteligencia es evidente. Lo hará muy bien. Desde mi trinchera (esta columna) sugiero que se revise la conveniencia de limitar la periodicidad de las mañaneras. Es desgastante hacerlas todos los días. En fin, ya se verá.
Me siento bien, creo que hasta feliz, de tener en mi Patria una Presidenta..
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