La sección “Detector de mentiras” de la Mañanera del Pueblo me dejó helado ayer. Señaló a los periódicos nacionales la publicación de falsedades tan grandes que no alcanza uno a comprender cómo se las puede tragar el lector. Mencionaré sólo tres ejemplos. Casi todos informaron que los senadores habían escogido a los jueces que ocuparán los cargos de ministros y demás niveles; pero lo que hicieron fue formar la lista de los candidatos a la elección del año venidero; serán los votos de los ciudadanos los que elegirán a los jueces.
Con negra mala fe, varios periódicos publicaron que el tren maya cubre su recorrido actual en ocho horas mientras que un autobús hace el mismo recorrido en dos horas. La sencilla verdad es que el tren lo realiza en dos horas y el camión, en algo más de dos horas. Es enfermizo el afán de desprestigiar a López Obrador.
Y la tercera mentirota: apareció en la prensa que los tres economistas laureados con el Premio Nobel la semana pasada pusieron a México como ejemplo de nación que maneja mal su economía. En un minuto se descubrió que la opinión negativa la publicaron en un libro en 2012, es decir, hace diez años, cuando gobernaba en México el voraz neoliberalismo.
Los mexicanos estamos obligados a leer las noticias (y a escucharlas en los medios electrónicos) con atenta crítica y celosa vigilancia. La época en que una discusión de café se resolvía cuando uno de los alegadores decía: “Lo leí en el periódico”, quedó atrás. Ahora circulan falsedades generadas por la incapacidad de los periodistas y, en su mayoría, por quienes sirven a los intereses políticos y económicos de grupo.
CULPABLE DE CARAMBOLA
La presidenta Sheimbaun, al comentar ayer que estaban por dictar sentencia contra Genaro García Luna en el tribunal de Nueva York, se preguntó en la Mañanera con qué cara critica y da consejos Felipe Calderón, pues no sólo lo nombró y lo sostuvo como secretario de Seguridad, sino además lo defendió públicamente cuando se le sometió a investigación por sus nexos con la delincuencia organizada. La seguridad de la Nación estuvo en manos de un narco.
Tal vez cuando comience a circular esta columna ya se habrá dado a conocer la sentencia, que podría llegar a la cadena perpetua. No cabe duda que, de carambola, la culpabilidad alcanza a Calderón.
Carlosomoncada@gmail.com