“Todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad”. Arthur Schopenhauer. Filósofo alemán (1788-1860).
Aplicar la ley en un sentido estricto a quienes cometan un delito comprobado es fundamental. Nadie en uso de razón se opondría a ello, cuando el juzgador, valga la redundancia, juzga con apego estrictamente a la ley: “la ley Si es la ley”, y no como “en algún país lejano”, en que, aquella se la pasan por el arco del triunfo (¿La envían a …París, digo por aquello del Arco del Triunfo? o, ¿a una finca escondida en el trópico? Desconocer o ignorar la ley como ciudadanos, no nos exime de responsabilidad.
Es conocido por todos los que escuchamos noticias, los sonados casos de corrupción de ciertos personajes de la política, unos relacionados con el crimen organizado, otros por actos de corrupción al disponer de sumas grandes de dinero o de bienes de la nación, que estando en el poder “se hacen de mulas Pedro”, y además el perenne nepotismo en todos los gobiernos, donde las dinastía sexenales es el común denominador. Sin embargo, en nuestro país desde tiempo atrás y actual, tal parece que, el ser un encumbrado político se goza de impunidad. Se habla y se escribe mucho de estos casos, pero las autoridades en turno actúan poco, mejor dicho, en la mayoría de los casos no hacen nada.
Solo por poner unos ejemplos de los últimos años, dejando atrás los casos de Manuel Bartlett y sus múltiples propiedades “adquiridas con muchas horas glúteos” en puestos políticos, durante los sexenios PRIistas y luego el “puestecito” en la CFE del gobierno próximo pasado. Quizás como muchos exgobernadores y funcionarios, sus enriquecimientos “no explicables”, que por sí solos se explican, son “peccatas minutas” (un vicio leve), en comparación de otros delitos de gran talado. Pero en México no pasa nada si eres consentido del tlatoani en turno.
Se han mencionado los casos de corrupción de FOBAPROA, SEGALMEX, y un etcétera extenso. El caso del ex director de PEMEX, Lozoya, acusado de realizar operaciones con recursos ilícitos, ejercicio indebidos del servicio público y la compra irregular de una empresa de fertilizantes a un exagerado sobreprecio. Lo curioso que los “machuchones” implicados gozan de cierto blindaje con el mote de “testigo protegido” (burda copia de lo que hacen las autoridades de los Estados Unidos de Norteamérica). ¿Las declaraciones de estos testigos, serán creíbles al jurar ante una biblia? ¿Serán creyentes?
Al igual que a García Luna, al general Cienfuegos, Lozoya, los chapos y ahora al Mayo Zambada, entre otros, ninguno fue aprehendido por las autoridades mexicanas, que supuestamente al decir del presidente saliente: “No hay autoridad mejor informada que el presidente de la República”. Excepto Lozoya, que fue aprehendido en España, los demás, se diga lo que se diga, fueron detenidos por las autoridades del país vecino: los dos primeros en territorio gringo y al último supuestamente entregado por una “traición” de uno de los chapitos. Cienfuegos y Lozoya, fueron extraditados a México, y se pasean como “Juan por su casa”. Al general le aumentaron las medallas por “servicio a una nación fallida de otro lejano país”, medalla entregada -tragando camote el presidente- justificando increíblemente, el por qué, lo condecoró. Sólo el lo sabe y quizás Cienfuegos, en su pensamiento le dijo: “te la pellizcaste conmigo, señor presidente”.
Con la sentencia que le dictaron a Genaro García Luna, el gobierno actual y sus aplaudidores, se regodean con “el árbol caído”, como si ellos hubieran hecho todo el tinglado para que este exfuncionario fuese detenido. Echan toda la jauría en contra del expresidente Calderón. Esto se entiende del régimen pasado y actual, aunque no actúen, solo señalan, pero no llegan a más. Si tienen pruebas- como los aduladores del régimen responden; presenten éstas. Ahora los paleros del gobierno en turno igual reaccionan cuando, la periodista Anabel Hernández señala los nexos del presidente López, con uno de los cárteles del país en el libro: La Historia Secreta, donde supuestamente, señala el financiamiento de sus largas campañas en busca de la presidencia. Antes, la periodista era la consentida de la 4T, al señalar en uno de sus anteriores libros: Los cómplices del presidente, a Calderón.
Si TODOS los presidentes fuesen honestos en su actuar, difícil que lo sean, contarían la verdad, pero no histórica, sino la real, los reclusorios no alcanzarían para ellos y sus funcionarios.
A propósito: ¿y Rocha Moya? este gobernador ha pecado de franco, al responder textualmente a una pregunta del periodista Salvador García Soto, de El Universal: ¿Y cómo se gobierna un estado con un cártel tan poderoso?”, le solté. “Pues, mira Salvador, no nos hagamos pendejos. Aquí todo mundo sabe cómo está la cosa. Yo fui y hablé con ellos, los conozco porque soy de Badiraguato. Y yo fui a pedirles su apoyo. Quien te diga que quiere gobernar Sinaloa y no tiene el visto bueno de ellos, te miente. Así es la cosa aquí, para qué nos hacemos pendejos”, me contestó el gobernador electo en un ataque de sinceridad”.
Esto solo es una muestra de cómo, TODOS los políticos encumbrados (o casi todos, para no generalizar), como dicen los jarochos: “saben cómo masca la iguana” en la grilla. Por qué los expresidentes que les gusta escribir no dicen la verdad respecto a la inseguridad que existe en el territorio nacional, que la escriban en sus memorias, pero que no sea selectiva, de lo que solo les conviene. López Portillo, en su libro “Mis tiempos”, es una auto alabanza a su gobierno, se regodea de lo “¿qué hizo?” ... “dan ganas de llorar, con él”. Felipe Calderón en su libro: Difíciles decisiones, explica el porqué de éstas. ¿López Obrador en sus 12 libros, hablará de esto? No he leído ninguno de él. ¿Se regodeará de su actuar en el combate a la delincuencia… gubernamental también? Sepa la... ya se fue a su hacienda.
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XRaulHectorCamp1