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C. GOBERNADOR:
Hace unos días se dio a conocer la posibilidad de que sea demolido el edificio del antiguo Banco de México ubicado en la esquina de Rosales y bulevar Hidalgo, para que mejore la circulación de vehículos en esa céntrica zona. Se escucharon de inmediato voces de ciudadanos opuestos a esa medida, y a esas voces agrego la mía por las razones que expongo a continuación.
Este hermoso edificio fue terminado en 1947 y lo inauguraron el 4 de marzo de 1950. Tiene, pues, sus buenos 75 añitos. Fue diseñado y construido por un eminente ingeniero militar y arquitecto, Gonzalo Garita, que nació en la Ciudad de México en 1893. Construyó las sucursales del Banco de México en Mazatlán, Torreón, Acapulco y Hermosillo, entre otras obras. El nuestro es un inmueble de equilibrado buen gusto. Durante varias décadas se recibieron en sus bóvedas dinero en efectivo en elevadas cantidades y valores enviados desde México en carros blindados.
Aunque no con frecuencia hubo allí eventos especiales, como una exposición de numismática que me dio la oportunidad de conocer su interior.
Si lo destruyen se repetirá el error cometido en Nogales, cuando echaron abajo el edificio de La Aduana por el mismo argumento que hoy se esgrime: hacerle campo a los automóviles. No veo objeción seria en que fuera eliminado el edificio que fue Procuraduría de Justicia, a un costado del Banco, que es un cajón, y si los expertos en urbanismo se entregan en serio a la reflexión, estoy seguro que hallarán una solución al problema sin arrebatarnos una joya arquitectónica,
Hay también una razón económica para conservarlo. El edificio fue comprado por el Gobierno del Estado en el sexenio de Eduardo Bours. Perderíamos buena suma de dinero. ¿Por qué no rentarlo o venderlo a una empresa con la condición de que lo mantengan vivo?
Atentamente,
carlosomoncada@gmail.com
