En la última “Mañanera del Pueblo” de la semana pasada, la Presidenta explicó a los periodistas, con maicitos y bolitas de migas de pan, por qué los ministros de la Suprema Corte de Justicia se han salido de la Ley al pretender cambiar lo que está ya asentado en la Constitución. Para mi sorpresa, supe de un abogado al servicio del Gobierno del Estado, que no le entendió. Esta persona debe volver a las aulas y estudiar con detenimiento la Constitución.
El martes, antes de que los ministros comenzaran a votar si era constitucional o no lo era que la Corte admitiera y resolviera juicios encaminados a cambiar lo que aprobó el Poder Constituyente (es decir, las dos terceras partes de los senadores, la misma proporción de los diputados y la mitad más uno de los estados), en “la Mañanera” nos enteramos de la gran cantidad que de esposos y esposas y de ex parejas, hijos y otros parientes tienen con chambas oficiales los ministros y también los magistrados y jueces federales en toda la República.
¡LA CORRUPCIÓN ES ASQUEROSA!
Se preparaban para votar cuando brilló una luz de sensatez. El ministro Alberto Pérez Dayán, que había secundado a sus colegas en la absurda grilla, les dijo que aunque consideraran la reforma del Poder Judicial una insensatez, no podía votar contra la insensatez con otra insensatez. Y les descompuso el cuadro. Faltó su voto para completar la mayoría calificada necesaria para aprobar la constitucionalidad de la ilegal pretensión; y el proyecto del ministro Alcántar, encaminado a elegir a los ministros y magistrados por el voto popular, marchó a la basura.
Creo que lo mejor que hemos aprendido los mexicanos de este episodio, es que tenemos una Presidenta que no tiembla ante las crisis que le fabrican, que da la cara con valor e inteligencia. Tenemos Presidenta inteligente y valerosa.
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