La noche del sábado se presentó la novela “Luz de naranjos”, con la que César Gándara agregó otro triunfo en su trayectoria literaria. Ni él ni su comentarista Carlos René Padilla dijeron que se trata de una novela policíaca, pero es una novela policíaca. Con la habilidad que ha cultivado con la experiencia, el autor inyectó pasión a su texto con elementos que, previa disculpa por la redundancia, tengo que calificar de novelescos. El principal es que no hay un detective héroe que arrostra todos los riesgos para aclarar un homicidio, sino una detective, hija de un policía legendario por sus méritos. Aunque sus superiores le sugieren, casi le ordenan, que le pare a la investigación, ella sigue adelante pues le ligaban con la víctima sentimientos de afecto.
Carlos René subrayó que en la novela se evidencia la calidad de sonorense de Gándara, nacido en Guaymas, aunque tiene años viviendo fuera de Sonora. Me pareció más interesante la conversación que sostuvieron sobre la diferencia entre novela y cuento. A la pregunta ¿cómo decides si un determinado tema lo empleas en cuento o en novela?, el autor no respondió con claridad porque, creo, no hay una respuesta. La obra aparece en la conciencia del escritor como cuento o como novela, y adelante.
César expresó su gratitud al Instituto Sonorense de Cultura el honor de la publicación. El premio, entregado el año anterior, fue de 250 mil pesos. Son una buena razón para sentirse agradecido.
¿Y EN ENSAYO?
Cierro esta serie de comentarios con el premio en Ensayo, que fue para Oscar de la Cadena por su libro “La vuelta a la mesa en ochenta libros”, que ya coloqué en la sección Gastronomía y recetarios” de mi biblioteca. El autor está orgulloso, y con razón, de haber escrito y publicado novela, dramaturgia, poesía, ensayo y algún género más que se me escapa. En este libro aporta información, apoyada en rica bibliografía, sobre alimentos de diferentes épocas, comenzando por los “duelos y quebrantos los sábados” que comía don Quijote.
Tres de las cinco partes en que divide su obra corresponden a Almuerzo, Merienda y Cena. La cuarta se dedica a Bebidas y me parece un tanto floja, hubiera querido que en vez de cantar las sabrosuras del chocolate y el te, la hubiera dedicado a los vinos. Pero esta opinión no afecta la sabrosura más importante que es la del estilo del escritor.
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