El gobernador Alfonso Durazo anunció que todo está listo para el Festival Ortiz Tirado 2025 y mencionó a cuatro estrellas del canto operístico que deben ser jóvenes porque no los conozco. Los buscaré en Internet. Aprovechó el momento para señalar al doctor Samuel Ocaña como el gran impulsor del festival, lo cual es falso.
Los mal informados funcionarios afirman que el Festival del año próximo el evento cumplirá 40 años, pero no hubo en 1985 ningún festival en Álamos; hubo, sí una velada en la que cantó Elsa Limón acompañada al piano por Rito Emilio Salazar. A nadie se le ocurrió llamar festival a esa velada de dos horas. Y menos decir que el doctor Ocaña, que se hallaba en el último año de gobierno, impulsaba un festival que no existía.
Siguieron igual las veladas de 1986, 87 y 88, y se agregó una vez la exposición de pintores locales en la plaza de armas (los “domingos de color”, y otra vez un par de conferencias, y en 1989 el profesor Ernesto López Riesgo, secretario de Fomento Educativo y Cultura, dijo emocionado en su discurso:
”Esto impulsa a PENSAR A FUTURO en la organización de un festival artístico anual, al que merecidamente se llamará Alfonso Ortiz Tirado”. ¡Apenas lo iban a pensar! Pero los políticos se agarraron de la ocurrencia de “el venadito” y en 1990 y 1991 llamaron ya “festival” a las actividades que llegaron, respectivamente, a tres y cinco días. Fue mérito del gobernador Rodolfo Félix Valdés la creación de un fondo para asegurar la continuidad del festival, como fue mérito de Ocaña haber fundado el Museo Costumbrista de Álamos.
Pero el real impulsor del que ahora llaman FAOT fue el gobernador Manlio Fabio Beltrones con quien el festival se extendió a Navojoa, Cajeme y Navojoa, duración de nueve días, con cantantes de dimensión internacional y eventos desde la mañana hasta media noche.
Es bien sabido que el gobernador Durazo sólo elogia como excelente mandatario al doctor Ocaña, y en verdad el médico lo merece, pero a veces parece que, al elogiar, lo que intenta es ocultar el buen desempeño de Beltrones y de Eduardo Bours.
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