Al finalizar la semana que este día comienza estaremos envueltos en la magia del Festival Alfonso Ortiz Tirado, el FAOT. Ya mis ancianas piernas no me permiten andar en esos trotes y menos en una población como Álamos, con calles empinadas y empedradas, con buen número de barrios oscuros y borrachitos que no faltan en los festivales.
Sé que honrarán al joven tenor Jesús León con la medalla Dr. Alfonso Ortiz Tirado, que en años pasados se llevaron el chelista Carlos Prieto, el compositor Arturo Márquez, la mezzo Encarnación Vázquez, el tenor cajemense Alfonso Navarrete, la soprano Lourdes Ambriz y otros y otras artistas destacados.
Lo que no sé es si está prevista la trasmisión de las noches de gala para quienes por el frío o por la edad o por ambas cosas nos quedaremos en casita. Si las autoridades lo deciden así, prometo reseñar cada función con absoluto apego a la verdad, incluida la posibilidad de que si hay fallas técnicas en la trasmisión, reportaré en esta columna que hubo fallas técnicas en la trasmisión. Conste que no es una amenaza (¿o lo es?)
¿NINGÚN REGIDOR SE ATREVE?
Hasta hace unos cuarenta años, el puesto de regidor de un Ayuntamiento sólo era un honor, una manera de estar cerca del poder por si se ofrecía la oportunidad de una mejor posición.
A un presidente municipal panista se le ocurrió pagar a los regidores, al concluir los tres años de chamba (chamba real o imaginaria), una indemnización que la Ley no prevé. Y luego en Hermosillo y dos o tres municipios importantes les habilitaron oficinas para que pudieran grillar, perdón, pudieran atender a los ciudadanos. Total, ahora el regidor es importante. ¿A qué o a quién le temen entonces? ¿No hay en Hermosillo no que se atreva a averiguar cuánto paga el presidente municipal cada mes a la prensa por la propaganda que le hacen con todo y su pareia?
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