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Soy partidario de la elección de los jueces mediante el voto popular, procedimiento que estuvo vigente en Sonora hace bastantes decenios y no por mucho tiempo. Pero no dejan de inquietarme algunas dudas que podrían afectar a los ciudadanos.
Por ejemplo, si los candidatos no tendrán recursos públicos y privados para darse a conocer entre los ciudadanos, no se pondrá a volantear como cualquier candidato a diputado, ¿cómo podrán los votantes medir los méritos de los aspirantes para entregar su voto al mejor o siquiera al menos malo? ¿Y más o menos sabe el ciudadano de qué tipo de méritos se habla cuando se trata de un aspirante a juez?
No sería mala idea que un órgano de gobierno, estatal o federal, publicara en los medios masivos de comunicación orientaciones al respecto. Me temo que si no despiertan el interés de los electores serán muy pocos los que acudan a las urnas.
Asegura la sabiduría popular que “echando a perder se aprende” y esa postura comodina invita a esperar en qué falla la primera elección para corregir en la próxima las deficiencias. Pero la importancia de la reforma es tal que debemos tirarle desde ahora a que todo salga de maravilla.
Una vez que los nuevos jueces entren en funciones todavía nos quedará a los ciudadanos la importante tarea de vigilarlos a ver si es cierto que con la reforma se acaba la corrupción.
¡YO NI QUERÍA IR!
Pues mire usted, señora Presidenta, a mí tampoco me ha invitado el señor Trump a la ceremonia de su toma de posesión, y no por ello me amargo la vida. Tengo aquí muchos amigos que me invitan o los invito y la pasamos bien y no necesitamos estrenar traje para reunirnos, ni siquiera ponernos corbata.
Si me hubiera llegado invitación o me llegara de último momento, y me diera por aceptar, ¿sabe qué pasaría? ¡Dejarían de hablarme mis amigos!
De modo que está bien así, que no me invite el viejo gruñón. Al fin que ¡yo ni quería ir!
carlosomoncada@gmail.com
