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Entre los muchos ángulos de observación que ofrece “la mañanera”, rueda de prensa presidencial cotidiana, uno lo ofrecen los reporteros que asisten a ella con regularidad. Algunos están clavados para personaje de historieta de monitos. El que destacó con prontitud fue, en tiempos del presidente López Obrador, el señor cincuentón o un poco más, con vestuario de antaño pero muy formal, a quien la raza reporteril apodó “lord Molécula”. No lo he visto en las mañaneras de la presidenta Sheinbaum.
Sonora no se ha quedado atrás en la competencia de desfiguros, y lo ha demostrado a lo largo de los años la reportera Reina Ramírez, que desde que operaba en Hermosillo no parecía que iba a las ruedas de prensa en busca de información sino de pleito. Y aunque con características no sólo diferentes sino opuestas, obliga poner en la lista a Demian Duarte, con vestimenta impecable, bien peinado, de gentiles modales. Suele hacer un preámbulo tan largo al tema que va a exponer que a veces yo digo que no va a formular una pregunta sino a presentar una ponencia.
Y plantea el asunto con expresión preocupada, como si de lo que trae entre manos dependiera el futuro del mundo. A veces dispara contra alguien, como lo sabe la rectora Rita Plancarte, que lo desmintió en una carta dirigida a la Presidenta, y a veces quema incienso, como ocurrió este fin de semana al elogiar al presidente municipal de Cajeme, Javier Lamarque.
Lo normal es que un reportero reclame al político algo que hizo mal, pero en este caso le reclamó a la Presidenta y a su gabinete, y supongo que a los periodistas en general, que no reconocieran el gran trabajo del alcalde Lamarque en materia de seguridad. Logró bajar el porcentaje de actos delictivos en un municipio que había llegado a límites alarmantes de violencia criminal. Dado que Javier Lamarque ocupa una posición preferente en la lista de posibles candidatos a gobernador, se supone que el elogio le encantó. Al menos por unas horas, porque sucedió que horas después del mismo día, encuestas más recientes gritaron: ¡Pa’tras los fielders!, porque la inseguridad había vuelto a reinar.
Pero esto no es el fin de los sueños. Nadie le podrá quitar al alcalde su cachito de gloria: un elogio en trasmisión nacional ante la mera mera petatera. Y elogio desinteresado. Creo.
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