Se acostumbra decir que para sentirse realizado todo hombre debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Y José Luis Jardines, en su condición de jubilado, después de una larga carrera burocrática en las dependencias federales y estatales relacionadas con el manejo del agua, decide hacer un libro para hablar sobre el Pan Hidráulico del Noroeste (PLHINO). Los alcances del libro no parecen tener otro propósito más que cumplir con ese sentimiento de realización.
En efecto, el libro al que Jardines titula "El PLHINO: entre el ideal técnico y la realidad política", se limita a un anecdotario sobre su paso por la Secretarías de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Salvo la documentación de que existió una generación de ingenieros civiles en el México posrevolucionario identificada con las grandes obras de infraestructura para la gestión de más agua, el libro de Jardines no procura mayor trascendencia.
Al desmontarse las políticas de Estado que estimaban como estratégico la gestión de mayores volúmenes agua y debilitarse el impulso moral de aquella generación de la posrevolución, a la que pertenecieron Ingenieros como José Hernández Terán y otros -que se animaba con los diseños de grandes obras de gestión de agua en los Estados Unidos- la generación de Jardines fue abandonando la idea de gestionar más agua y se adaptó a lo que el mismo autor del libro define como el "nuevo paradigma". Esto es sujetarse a la administración del recurso existente y valorar el agua en razón de su tasa de retorno monetario (especulación), al tiempo que se condena a las regiones a lo que se da en llamar la "adaptación al cambio climático".
Es posible que por el apego a este paradigma, Jardines no considere la propuesta del PLHINO Siglo XXI conceptualizada por el Ingeniero Manuel Frías Alcaraz en los años setenta a petición de Hernández Terán, cuando este ocupaba la dirección técnica de la Comisión Federal de Electricidad. Propuesta que Frías presentó como diseño de ingeniería en el 2005 y de la cual Jardines tiene conocimiento.
En torno al anecdotario que contiene el libro, rico en las "grillas" propias de la vida burocrática, Jardines define lo que él da en llamar las "cinco versiones del PLHINO". Llega a la conclusión errónea de que el proyecto "ya casi está terminado", pues considera a todas las presas y obras de aprovechamiento construidas en Sinaloa como parte del PLHINO, cuando la mayoría de esas estructuras están concebidas para beneficio local y no son viables al diseño del trasvase.
Bajo esa consideración no se atreve a decir cuántos serían los volúmenes nuevos de agua que la obra aportaría, pues si se desdeña el PLHINO Siglo XXI, los posibles aprovechamientos pasan a ser insignificantes.
El proyecto elaborado por Frías, contempla la construcción de túneles a partir de la Presa Agua Milpa sobre el Río Santiago, para librar los parteaguas y aprovechar los excedentes de este río, los escurrimientos del Río San Pedro y Piaxtla -como los principales aportadores- para alcanzar un volumen cercano a los 8 Mil Millones de Metros Cúbicos garantizando con ello la ampliación de la frontera agrícola en 800 mil hectáreas en los estados de Nayarit, Sinaloa y Sonora.
Se contaría así con una reserva de agua para soportar de mejor manera los impactos cíclicos de la sequía que golpean al norte de Sinaloa y al sur de Sonora. Además de incrementar el equipotencial ecológico del noroeste ampliando la masa verde y favoreciendo con ello una mayor precipitación pluvial sobre la costa del Pacífico.
Lo que resulta inaceptable es que Jardines compare el concepto del PLHINO con el Acueducto Independencia y que denueste a quienes nos hemos opuesto a los intereses torcidos que animaron la imposición del acueducto; más cuando lo hace para abogar a favor de un proyecto que opera ilegalmente y que no se propone gestionar más agua, por el contrario, incrementa la tensión hídrica de la entidad al imponerle un usuario más (Ciudad de Hermosillo) a una cuenca -la del Río Yaqui- que ya está en condición deficitaria.
Es inaceptable, pero se explica. Al final de cuentas algunos de los que llegan a formar parte de "la burocracia permanente" pasan a ser activos indispensables de los grupos privados que siempre están a la caza de que las políticas públicas se conformen de acuerdo a sus intereses, aunque en muchos casos, estos caminen en contra del bienestar general.
MOVIMIENTO CIUDADANO POR EL AGUA