Los 7,292 votos que otros tantos universitarios dieron a la candidata Dena María Jesús Camarena Gómez, en cualquier sistema democrático habrían sido suficientes para considerarla rectora de la Universidad electa. Aquí no, aquí en donde presumen de que el sistema de elección es democrático, no. Y eso que con un puñado de votos más, unos 650, la votación de Camarena Gómez hubiera superado a Cuahtémoc González y Grageda Bustamante juntos.
Todavía falta que se reúnan los 138 individuos que integran el Colegio Universitario (calca mal hecha del viejo Consejo Universitario) y decidan, por votación, cuál de los tres finalistas será Rector o Rectora los próximos cinco años. En el caso de que se les ocurra designar al todavía líder del sindicato de académicos o al ex miembro del gabinete del gobernador Durazo, ¡adiós al cuento de que fue un proceso democrático!
Este es el fondo del asunto, que esperamos estará resuelto en el curso de la semana próxima. Pero hay otros aspectos que ameritan afinarse si se quiere llegar un día a un sistema democrático de elección.
El total de la votación no llegó al 50%. Más de la mitad, sobre todo de estudiantes y personal administrativo, permaneció al margen de la elección. Todavía la víspera, inclusive el mero día de la votación, los reporteros localizaron estudiantes que no sabían cuál era la forma de votar.
Faltó equidad en el acceso a los medios masivos de comunicación. Y se debió cuidar los pronunciamientos públicos aviesos y de mala fe :los candidatos del segundo y el tercer lugares propalaron que la administración universitaria reprobó una de las auditorías anuales de la Federación. ¿A qué viene desquitar quién sabe qué fobias echando a correr una versión difamatoria?
En fin, está esto por concluir. Ojalá podamos contar por segunda vez con una Rectora en nuestra Universidad.
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