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Desentonó el gobernador Alfonso Durazo en el evento con que se inició la carretera de Bavispe hacia Chihuahua, un acto que se supone será histórico, adjetivo predilecto de este gobierno y de El Imparcial. Exhibió una fobia doméstica contra el senador Manlio Fabio Beltrones al decir que, entre 1990 y 1992 “desapareció” un fondo que estaba destinado para la citada carretera.
Para el sonorense menos malicioso, “desapareció” quiere decir que se robaron el fondo, cuyo monto, por cierto, era ridículo; pero en fin, tal vez el orador intentó hacer aquí un chiste que no cuajó. El caso es que entre 1990 y 1992 están el último año del gobernador Rodolfo Félix Valdés y el primero de Beltrones, con el breve interinato de Mario Morúa Johnson entre ambos. Don Rodolfo y Mario ya murieron, no es para ellos el dardo.
En el mismo discurso se rindió pleitesía al presidente morenista López Obrador por su promesa incumplida; como mandatario prometió construir la carretera y no cumplió. Razones tendría para ello pero no deja de ser raro que se alabe la promesa no cumplida.
Si esto fuera normal, habría cabido un agradecimiento también para el presidente panista Vicente Fox, que pensó también en la posibilidad de emprender la obra en el tiempo que el gobernador Durazo fue su secretario particular.
El asunto no merecería este comentario si no se hubiera hallado ahí la Presidenta de la República. ¿No se escuchan sus frecuentes llamados a la unidad? Y si es así, ¿por qué no pulir los conceptos que se expresan ante ella y suprimir la chismografía por respeto a su investidura?
Desde luego, el senador Beltrones dio inmediata respuesta dictada a la grabadora de una periodista guaymense (saludos, Águeda), pero hasta aquí llega mi comentario de hoy porque, como saben bien mis lectores, no me gusta meterme en pleitos ajenos.
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