Comienzo con una excusa: la semana pasada anuncié que los miércoles dedicaría esta columna a comentar un libro. Me veo obligado, por razones que sería ocioso detallar, a cambiar el tema para los jueves. Ahí voy.
Poseemos todos, en nosotros mismos, la máquina maravillosa que puede hacer, de nuestra existencia gris y mediocre, una existencia provechosa, sana y feliz: el cerebro. Pero necesitamos conocer sus potencialidades y su funcionamiento ligado al corazón, los músculos, el intestino y demás órganos.
La doctora Leticia Teresita Varela Ruiz nos ilustra sobre estos temas en su libro “Los maleducados”. El título indica que no se nos ha dado la educación adecuada para aprovechar las ventajas mágicas –este calificativo no es exagerado—de nuestro potencial físico. Pero podemos reeducarnos con los ejercicios idóneos, a la cabeza de ellos, los que enseñan a respirar. Hemos de practicar las posiciones y estiramientos que el texto explica con claridad. Se trata de una fisioterapia que cada persona puede desarrollar sin ayuda de especialistas pero de manera constante.
Es interesante el papel que en este proceso de reeducación desempeña la actividad artística. Por ejemplo, danzar y cantar, jugar a hacer teatro, escuchar música (Hay que recortar y enmarcar la semblanza de Mozart). Una enseñanza curiosa: los oídos comparten los sonidos, pero el de la derecha posee funciones específicas y el izquierdo otras que le son propias.
Los padres cosecharán muchas satisfacciones si atienden el capítulo en que se recomienda educar desde temprana edad a sus hijos en el conocimiento de las aptitudes de su cerebro. Pero la edad avanzada no es obstáculo para combatir el deterioro físico, hay también páginas dedicadas a los ancianos.
Señorea todos los esfuerzos una fuerza universal, el Amor, plasmada por el gran Albert Einstein en una carta dirigida a su hija Lieserl. Entre todos sus aciertos, haberla insertado en su libro es el más atinado de la doctora Varela.
Este libro ha sido escrito con seriedad científica, lo que no lo priva de amenidad. No es un libro de entretenimiento, de los que se leen y se guardan; ha de tenerse a la mano y estudiarlo, repasarlo. Muchas gracias a la autora.
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