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"Yo no pienso morirme"

Martín Orquiz / El Diario
Martes 19 de Mayo de 2009
 

Cd. Juárez, Chih.- “Yo no pienso morirme”, afirma Hilda Esquivel, una mujer que se desarrolla como enfermera, maestra de secundaria, madre de familia y promotora de políticas públicas a favor de personas de su género con VIH.

Su convicción y proselitismo se generaron a través de la discriminación que ha tenido que enfrentar desde hace 14 años, cuando fue diagnosticada con VIH, y con base en la desprotección que tiene ese sector de la población acerca del padecimiento.

En México, como en otras partes del mundo, se está enfrentando la feminización el VIH-SIDA, pero no se están realizado las medidas para prevenir el fenómeno, por lo que junto con otras mujeres y Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), lucha por crear conciencia entre las mujeres y los gobernantes de que es necesario advertir sobre el problema, dice.

Incluso, ella y Sonia González, otra mujer profesionista, madre de familia y portadora del VIH, son de las pocas caras femeninas que son positivas al padecimiento que hablan de forma pública sobre el fenómeno en México, país en el que el padecimiento está atacando a las amas de casa.

Ambas participan como referente nacional de la Comunidad Internacional Viviendo con VHI-SIDA y del grupo Mexicanas en Acción Positiva.

“Estamos dando el rostro de la mujer, creemos que es importante la visibilidad de la pandemia aquí en México e incidir en las políticas públicas para que los reflectores comiencen a voltear a ver a la mujer”, menciona Esquivel.

Agrega que el sector femenino de la población que presenta esta infección está conformada por personas propositivas y preparadas que están pasando por situaciones muy difíciles.

Ella, por ejemplo, tiene 14 años viviendo con el VIH, y aunque es una profesional la corrieron de una empresa para la que trabajaba, por discriminación.

Por eso decidió tratar de tener una presencia fuerte ante los medios de comunicación para exponer la problemática.

En México, afirma, todavía hay discriminación y estigmas generados por el desconocimiento general del tema.

“Aunque haya mucha información seguimos enfrentando prejuicios, de los que creo que matan más que la ignorancia”, añade.
“Tenemos que ser realistas, nos enfrentamos a situaciones como discriminación en los servicios de salud porque no quieren atenderlos, los dejan solos, les dejan su comida afuera de su cuarto y siempre están ‘echándose la pelotita’ uno a otro”.

Por eso trata de dignificar su situación y decir, siempre que tiene oportunidad, que vive con el HIV.

El tener el padecimiento representa, para la mujer, una carga doble por ser las cuidadoras, las amas de casa, por tener un rol importante dentro del núcleo familiar, lo que las hace más vulnerables y les incrementa la dificultad al enfrentar la enfermedad.

“Es lo que estamos tratando de llevar en nuestro mensaje, que todas las personas dignifiquen el VIH; creo que es importante el autoestima, mejorar la calidad de vida, pero también pensar propositivamente, decir : ‘aquí estoy, acciones quiero incidir en mis derechos, quiero hacer labor donde me vean diferente”, enfatizó.

Acerca de la participación gubernamental en el tratamiento de este problema, menciona que apoya hasta cierto punto, pero faltan acciones que fortalezcan a las mujeres frente a la pandemia y a la amenaza que representa.

Y es que, afirma, la incidencia de VIH-SIDA en personas del género femenino es cada vez más alta, y aunque antes se creía que las pacientes eran bisexuales o trabajadoras sexuales, ahora se sabe que la enfermedad está llegando a los hogares.

La activista considera que es necesario que las mujeres acudan a realizarse pruebas para saber si tienen el padecimiento, porque muchas no acuden por temor que genera el ser estigmatizada.

Para Sonia González, quien además de activista y miembro de la Comunidad Internacional de Mujeres y Hombres Viviendo con VIH es consultora de iniciativa de políticas en salud en México, el primer obstáculo que viven las amas de casa es el qué dirán si resultan positivas.

“Llevar el VIH a casa es consecuencia de la doble moral que tenemos de nuestros hombres, y desgraciadamente la falta de educación hacia la sexualidad porque no tenemos información exacta y específica de cómo se transmite”, añade.

Las amas de casa tienen con la creencia de que no adquirirán el padecimiento porque tienen una sola pareja, pero se tiene que quitar el tabú de que sólo las trabajadoras sexuales son las que viven con VIH porque la incidencia de mujeres profesionales con esta condición es alta.

Estudios propios les indican a estas activistas que el 80 por ciento de las mujeres enfermas en México fueron infectadas por sus maridos.

En el caso de ambas promotoras fueron contagiadas por sus cónyugues, quienes ya murieron a consecuencia de ese padecimiento.

Aunque González indica que la cultura sobre el tema sí ha cambiado, dice que aún falta mucho más por hacer por las mujeres ya que la inequidad de género está en todos los ámbitos, incluido en de la salud.

“Tiene que existir atención de salud de calidad e integral, con ginecólogos especializados de los que no hay en México, por eso estamos intentando incidir para que se hagan cambios, que haya personal informado de como manejar nuestros casos”, indica.

Las mujeres, afirma, todavía enfrentan discriminación cuando asisten a consulta o a realizarse algún estudio especializado, como una revisión de rutina para establecer si tienen cáncer cérvico-uterino.

Las entrevistadas solicitaron a todas las mujeres que accedan al sitio www.icwmexico.org en el que encontrarán información no sólo para pacientes con HIV, sino para las que se sienten exentas porque, advierten, hay que considerar que el VIH no respeta a nadie.

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