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Graves momentos de angustia vivieron los guardias de seguridad de un supermercado ubicado en la calle Norman Borlaug, muy cerca de la calle 300.
El causante de este episodio fue Efraín, un sujeto de 52 años a quien se le detuvo por actitud sospechosa cuando cruzó el área de cajas.
Efraín intentaba pasar una pieza de chorizo y cuatro películas, todo escondido bajo su ropa.
Detectarle las películas y quitárselas fue fácil. Pero cuando dejó ver el otro bulto que llevaba bajo la ropa, los guardias tragaron saliva y ninguno quiso esculcar al Efraín, mientras éste con una sonrisa ladina miraba a las cajeras.
Cuando un guardia le gritó “¡Enseña eso que traes allí!”, las cajeras cerraron los ojos y una señora que estaba allí sintió que se desmayaba.
El Efraín ni se tibió, sólo le dijo a los guardias: “A ver, agárrenlo ustedes si son tan machos”.
Fueron momentos de angustia, los guardias se echaban la bolita uno a otro, nadie quería esculcar al detenido.
Hasta que el Efraín se metió la mano bajo sus ropas, dando muestras de que iba a sacar el objeto del delito. Algunas de las que estaban allí corrieron como si fuera a sacar una granada.
Pero, oh sorpresa, el artículo robado no era más que la pieza de chorizo que Efraín pensaba degustar mientras viera las películas de su frustrado robo.
Según el boletín de Seguridad Pública, el costo de la mercancía robada era 219 pesos. Pero un susto así no tiene precio.
