Cansado de su grasosa ruina, Alberto Chávez (a) El Chicharrón decidió tronar en la gasolinera Fornés, ubicada en la esquina de Chihuahua y Guerrero, donde armado con una navaja sometió al despachador.
Eran como las 2:45 horas de la madrugada cuando El Chicharrón con pelos cometió su seboso ilícito aprovechando que a esa hora todos duermen, menos los trbajadores nocturnos y los policías en guardia.
Y fueron precisamente dos jenízaros nocturnos quienes pasaban por ese rumbo en el preciso momento cuando el nefasto producto porcícola-humano soemtía al empleado de la gasolinera.
Lo tiró al suelo y lo obligó a darle el dinero de la venta, unos mil pesos. El empleado obedeció temeroso, no tanto por la navaja que tenía en frente sino por los triglicéridos y colesterol que se desprendían del asaltante.
"Ni con moringa me salvo", pensó el empleado así que decidió colaborar aflojando la marmaja.
Para su suerte llegaron los policías en esos momentos y evitaron que se consumara el asalto perpetado por El Chicharrón.
Al ser detenido y esposado El Chicharrón se retorció y crujió como si le hubiera caído un chorro de limón.
Los policías que lo detuvieron no sabian si llevarlo a las celdas o a la fábrica de Barcel. En cumplimiento de su deber, optaron por lo primero, lo llevaron al inmueble de la Jalisco y 300, donde sus compañeros de celda se burlaron de él, es decir, lo convirtieron en objeto de botana.