Un agente de la Policía Municipal fue detenido por sus colegas luego de provocar un accidente automovilístico en las calles No Reelección y Jesuitas del Fraccionamiento Los Monjes.
Se trata de Orlando Nevares González, quien al momento de los hechos no se encontraba en servicio pero sí andaba bien servido en lo que a bebidas espirituosas se refiere.
En su condición etílica no se percató cuando el auto que conducía, un Gran Prix se estrelló contra un Dodge que se encontraba estacionado.
Claro que eso no le preocupó para nada pues cuando vio llegar una patrulla pensó: "Ahí vienen mis compas y al rato resolvemos esto".
Cuando sus colegas se acercaron a él se sintió muy contento y trató de abrazarlos, les dijo que los quería mucho e incluso los invitó una chelas antes de pedirles que buscaran al dueño del Dodge para cargarle todo el peso de la ley porque anadaba estacionando carros de manera indebida.
Para su mala suerte, el ebrio no sabía que sus colegas pertenecen a una nueva generación de jenízaros impolutos (es decir, sin mancha en el servicio), muy celosos de su deber e incorrompibles.
De nada le valió a Orlando el Ebrioso mostrar su credencial de policía en activo ni tutearse con los agentes quienes sin ninguna contemplación lo subieron a la patrulla y lo llevaron ante el M. P.
El honorable agente del M.P. al sentir la llama de dragón que salía de la boca de Orlando ordenó su detención y consecuente paso a celdas donde el ebrio policía pasó varias preguntándose cuál había sido su error.
"¿Acaso ya no me quieren aquí?", era la duda que lo atormentaba. Después de la duda vino la cruda y eso fue más tormentoso.