|
El vicio que adquirió de niño por los pastelitos industriales llevó a José Guadalupe Osorio Pérez a intentar el robo de una camioneta distribuidora de productos Bimbo.
En el inento se apoderó de la camioneta que se encontraba estacionada en el exterior de una tienda de abarrotes ubicada en la esquina de Paseo Miravalle y Plan de Agua Prieta, colonia Primero de Mayo.
Condujo la camioneta y su preciado cargamente hacia los llanos que están al oriente de la mencionada colonia, donde por cierto vive gente muy interesante.
Ya sólo abrió el contenedor que llevan en la parte trasera las camionetas de Bimbo y ante sus ojos apareció un tesoro de Pingüinos, Gansitos, Madalenas, Submarinos, Panqués, Donas, Bimbollos y otros alimentos chatarra que se promueven en la tele.
Armado con un litro de leche, se dio a la tarea de comer uno a uno los seductores panecillos, pero apenas en el primer bocado le cayeron los oficiales de Seguridad Pública que andaban por allí en uno de sus acostumbrados recorridos de aproximación social.
Muy atentos, los genízaros invitaron a José Guadalupe a interrumpir la exquisita ingerencia y a ponerse en las muñecas un par de pulseras unidad por un candado.
El prediabético asaltante aceptó la invitación y se subió a la patrulla de los agentes, una camioneta de modelo reciente en cuyo piso se sentó José Guadalupe y mirando al reportero que le tomaba una foto alcanzó a decirle:
"¡Recuérdame!".
